Oye, que esto no para. Después de la chilena, llega el penalti del minuto noventa y tantos. Lo ves diez veces, veinte, treinta, cien?y puedes adoptar la postura que te venga en gana. Para unos, falta clara, como los chorros del oro. Para otros, error catastrófico, impropio de un árbitro internacional. Lo más divertido es que no se ponen de acuerdo quienes no debían dudar de ninguna manera. Los antiguos colegiados, que salpican las tertulias radiofónicas y televisivas, opinan de diferente manera. ¡Entre bomberos antes no se pisaban las mangueras ni por el forro, pero ahora? En manos de quiénes estamos y hemos estado!
En medio de este ambiente de gaznápiros, un jugador anunció su retirada con lágrimas en los ojos, con el corazón palpitando a cien y con todos los recuerdos a borbotones entre sentimientos y emociones. No es fácil decir adiós. Xabi Prieto lo hizo con el respaldo de quienes quisieron acompañarle. Entre silencios, con un respeto monumental, sonó en el palco de Anoeta una ovación inmensa, atronadora y fragorosa, porque quienes tocábamos allí palmas deseábamos expresarle gratitud, cariño y cercanía por muchas razones. Unas visibles y conocidas de todos. Otras, no tanto.
Ha bastado con que sus compañeros de hoy y de ayer se hayan manifestado para que entendamos, más y mejor que nunca, la grandeza humana y deportiva del capitán. ¡A tal señor, tal honor! Cuando todo terminó, pasó a mi lado y nos dimos un abrazo. No fui capaz de decirle nada, pero sí de escucharle: “Qué duro, Iña”. Siguió hacia la puerta de salida después de quitarse un peso de encima. Los jugadores son personas antes que futbolistas y cada uno de ellos vive la profesión a su manera. Lo que sienten les pertenece, lo mismo que su comportamiento dentro y fuera del vestuario. El día después leí toda la doble página de opiniones que aquí se recogieron. La de Odriozola me pareció imponente. Se lo dije, porque impacta y enternece cuando explica la relación con su capitán y guía.
Y esto es también riqueza y capital. Mucho más profundo, duradero y vital que el de los números fríos de un presupuesto y de las partidas de ingresos y gastos. Hablamos de personas y de su capacidad de decir cosas que dejan patas arriba a más de uno. “Se puede ser feliz jugando en la Real”. En ese momento debimos levantarnos todos los que estábamos allí para aplaudir a rabiar. No todo es dinero. Lo dice quien dispuso de oportunidades para haber cogido el portante y marcharse a una de esas arcadias felices que llamó a su puerta cuando las cosas aquí estaban mal dadas. Aguantó, apostó y realizó la travesía junto a los compañeros que decidieron lo mismo que él, aquellos a los que el club no podía pagar en su momento y que supieron esperar cuando se lo pidieron. La entidad por encima de todos.
En ese ambiente de fortalezas también se mueve nuestro entrenador hasta junio. Les pide más entrega, más dedicación, máximo compromiso. La Real y la dignidad por encima de todas las cosas. Empate en Ipurua con la puerta a cero, goleada al Girona, con mejores parámetros y viaje a Las Palmas para tratar de demostrar que este camino no es flor de un día, sino un plan para nueve semanas. Con un par de huevos, como escribía hace siete días, se llevó a Toño Ramírez y Zubiaurre para defender la portería en el día internacional del portero. Hay un orden establecido y a todos corresponde seguirlo y defenderlo. No es de extrañar que en las declaraciones de unos y otros en los últimos tiempos se recojan decepciones del reciente tiempo pasado. Kevin, Rubén? las personas.
Estamos en una semana de tres encuentros. Ayer, el jueves y el domingo. Normalmente se nos atragantan, así que crucé los dedos y dije “A ver qué nos pasa”. Para empezar cuatro cambios respecto a la alineación del pasado finde. Toño, como era previsible, además de Diego Llorente, Illarramendi y Zurutuza para hacer un centro de campo más guardia de corps y ofensivo. A estas horas me pregunto cómo es posible que el partido terminara con victoria mínima y no con una goleada de escándalo que hubiera obligado al señor del marcador a pedir aumento de sueldo por tanto trabajo.
La pólvora mojada salvo en el remate de Mikel Oyarzabal, que ya lleva tres tantos desde el cambio de entrenador y que se encuentra en un momento espléndido y generoso. Como siempre. La victoria lleva emparejados valores. Desde septiembre no se enlazaban dos victorias seguidas. Tampoco sé desde cuándo no se ganaba fuera de casa. No recuerdo el tiempo en el que se sacaban adelante tres partidos sin encajar gol y por fin se llega a los cuarenta puntos que es una cifra nada desdeñable tal y como nos han ido las cosas.
Imanol Alguacil debe estar contento y no es para menos. Llegó en momento incierto y ha puesto su particular sello para que el equipo ofrezca la imagen de consistencia que se necesitaba. El esfuerzo colectivo y la pasión que el equipo ofrece es una virtud que debemos destacar por encima de los resultados. Estamos volviendo a ver lo que el equipo es capaz de dar. Trabajo, disfrute, frescura y la confirmación de que el esfuerzo revaloriza al colectivo. Alguna culpa, o mucha, corresponde al entrenador. ¡A tal señor, tal honor!