El Beaterio de Iñaki de Mujika

Prefiero hablar de los Elustondo

Beasain le ha dado a la Real dos Elustondo, jugadores de fútbol, buenas personas, con características muy diferentes, pero ambos competitivos y en Primera División. Familiarmente no tienen nada que ver, aunque se conozcan por ser del mismo pueblo, por haber defendido la misma camiseta y, posiblemente, por compartir idénticos sentimientos. Ayer podía haber sido la primera vez que jugaran en contra, pero no fue posible por la ausencia del centrocampista.

Gorka está ahora en el Rayo Vallecano, nuestro rival de anoche. Juega por delante de la defensa y quizás esté viviendo el periodo menos complicado de su carrera deportiva en los últimos años. Se lesionó en el último partido frente al Alavés y estará de baja unas seis semanas. Seguro que le apetecía volver a competir en Anoeta. Muchos técnicos de la Real apostaron por él, trataron de obtener el mejor rendimiento incluso cuando todo iba en contra. Los renglones del camino se torcieron y un sector de la afición, por unas u otras razones, no le ocultó su desencanto. Como sucede ahora con Rulli, la vida imposible. Pasó muy malos ratos y decidió salir pese a las ofertas de continuidad que llenaban su mesa.

Vivió experiencias cercanas y lejanas hasta encontrarse en su actual equipo con el que compartió hace unos meses la alegría del ascenso y ahora la posibilidad de competir en la mejor liga. Es decir que, después de tantas vueltas, se hace con un puesto en la formación titular rayista y cuenta con el apoyo indudable del técnico que confía en él y de los seguidores que le quieren. Me alegro por él. El otro Elustondo está aquí con galones de importancia. Lleva el 15, que es el número que les encantaba a las amonas en las viejas quinas. Cuando salía, se escuchaba “la niña bonita”, aunque al futbolista le toque bailar casi siempre con la más fea. Aritz es como es. Explota sus virtudes y trata de pulir los defectos. Voluntad férrea a la hora de mejorar y darlo todo en defensa de los colores. No hay flecos, ni gateras en su actitud. No se esconde. Siempre dispuesto cuando le llaman. En el lateral, en el central, en las jugadas de balón parado. No será fácil encontrarse con defensas que le hayan marcado goles al Real Madrid (con Gorka en aquella alineación titular del Bernabéu) y al Barcelona (en la reciente despedida de Agirretxe).

Seguro que no es el más elegante, el más alto, el que mejor la toca… En mi equipo sería siempre titular, porque sabéis de sobra que disfruto con los jugadores pasionales, de los de rompe y rasga. Un puntapié, un patapún, bien dado es muchas veces una buena noticia en el juego. Las filigranas para los artistas. En Huesca tocaba coraza y defender con uñas y dientes el estupendo gol de Merino. Verle al central derecho con la adarga puesta es un placer impagable. Lo mismo que ver jugar al belga De Bruyne, que es otra de mis pasiones futboleras. Que no esté en el equipo ideal de la Fifa Pro World 2018 (o como se escriba) me parece un atropello. Ese invento The Best, del que han pasado los dos jugadores fundamentales, es una merienda de negros, por no escribir mamonada. Hace tiempo que dejé de creer en los modos de elegir a los mejores. Y que Griezmann no aparezca tampoco en ninguna parte, siendo campeón de Europa con su equipo y campeón mundial con su país, les desacredita a todos los santones que viven a cuenta de ese cuento chino de los premios. Con perdón de los chinos.

Bueno, a lo nuestro. Sigo sorprendido por la incomparecencia de los dos expulsados en sala de prensa para pedir perdón por lo que hicieron y no debieron hacer. Perdón a sus compañeros (no sé si lo han hecho en el vestuario), perdón a los aficionados, perdón al club, perdón a ellos mismos, porque les han caído más partidos de sanción (siete entre ambos) que muñecas chochonas en una tómbola . Aunque solo sea por salvar las formas y poner un punto de orden en el paisaje, deberían haber dado la cara. Ese orden que defendió el entrenador en su comparecencia previa al partido de ayer, esa tradición de respeto, está por encima de todo. Celebro que el técnico pierda poco el tiempo en pamplinas y remilgos. Directo y al mentón.

Eso es lo que esperaba anoche del equipo. En eso no soy diferente. No me gusta el fútbol sardana, una vueltita para aquí, una vueltita para allá, cuando el objetivo es ponerla, centrarla, rematarla y marcar gol. Cuantas más veces mejor. El tanto de Bautista nos enseñó el buen camino. Luego, pasa lo que pasa. Más de lo mismo, más enfados y más dudas que nunca sobre las decisiones de titulares y suplentes. Al menos, entre los humanos del respetable que somos la mayoría. Total que, en un santiamén, todo cuesta arriba y los cerebros dando vueltas y vueltas a los porqués, al quita y pon.

Más tarde, las prisas, los cambios, la presencia de los Illarra, Zurutuza y Willian José para hacer un equipo más parecido al tradicional. Al centro de Zaldua le puso el brasileño un remate que sirve para empatar. Un punto sabe a poco, sobre todo si piensas en lo que pudo ser y no fue. Cuando se llega al final convives con los miedos, con la soga al cuello. Aumentan la ansiedad y los desajustes. Lo mismo que los errores, los malos pases, las equivocadas decisiones. Aparecen la falta de ideas y de frescura, en tanto que el rival se crece, se cierra, y se deja todo en el césped por salvar el punto de su conquista. ¡Deja vu!

Y el párrafo final se lo dedico a los árbitros, al VAR, a los comités, al libre tarjeteo, a la peculiar interpretación de las jugadas según sea el que pite Si antes estaba hecho un lío, ahora más. Por unas y otras cosas, ya os he dicho, prefiero hablar de los Elustondo, que son buena gente.

Iñaki de Mujika