Los soldados que hacían la mili pintaban en la gorra de paseo una raya vertical cada vez que concluía un mes. Estuviera capada o no(la gorra) por dentro había un mundo de sortilegios y encantos. El nombre de la novia, alguna estampa devota, otros anagramas que les acompañaban allí donde fueran y esa especie de calendario de palotes que expresaba a la perfección el camino recorrido y lo que quedaba para licenciarse. Todo, mezclado con el sudorde la frente, representaba un mundo de costumbres. No las he olvidado.
De hecho, en este momento, dispongo de un papel en el que cada vez que se juega un partido y escribo esta reflexión, pinto una raya de color rojo para saber las que faltan para concluir la temporada. Felizmente, me veo cada vez más cerca de coger el barco La Paloma para pasar de Ceuta a Algeciras y concluir el ejercicio. No sabéis lo que cuesta inspirarse. ¡Tres beaterios en siete días! La derrota ante el Villarreal supuso un mazazo. Lo notas en la calle cuando la gente se para y comenta cosas. Coincidí el viernes con unas cuantas personas y todas hablaban de lo mismo. Imposible más unanimidad. Un amable lector de este diario nos echaba la culpa a los informadores por pasarnos hablando de Europa todo el año, sin que los argumentos reales del equipo en los resultados animasen a creer que era un objetivo alcanzable.
Trato de animar a la gente para que crea en el equipo con la sana esperanza de que las cosas cambien y haya momentos de alegría, aunque parezca imposible. Ignoro cómo estaba la cabeza de los aficionados camino de Anoeta. La llegada del Getafe, uno de los equipos revelación del campeonato, no presagiaba ni facilidades, ni comodidades. Se trataba de ganar y sumar tres puntos para alejar fantasmas y sobre todo tanto desánimo. Me apetecía también que Aritz Elustondo pudiera celebrar su partido centenario con una alegría y no con esa cara de resignación que los futbolistas venían mostrando al final delos últimos partidos.
El beasaindarra es uno de esos futbolistas de pálpito. Posiblemente, sea mayor su corazón que la calidad que atesora, pero es indiscutible el compromiso con el club. Lo da todo, incluso cuando, medio cojo y renqueante, le toca salir al campo con un tobillo maltrecho. Nadie le ha regalado nada y todo se lo debe a su esfuerzo y a las personas que creyeron en él durante el camino. Siento admiración por este tipo de futbolistas, los que se levantan cien veces después de otras tantas caídas. Fue igual de crío que quienes ahora juegan junto a él. Verle la cara a Martín Zubimendi, con ese flequillo de antiguo novicio (con perdón) y con una alegría que le salía a borbotones por los poros, no se paga con dinero. Tratar de explicar la forma de jugar de Ander Barrenetxea y el descaro sobre el césped es un ejercicio complicado. ¡Qué partido se pegó el chaval! Como Aihen y quienes están llamados a ser el futuro del club. Imanol se reivindica en el banquillo, sobre todo por la valentía en conceder oportunidades a los jugadores que conoce. No es nada conservador a la hora de apostar por futbolistas imberbes, romos en experiencia, pero con calidad y corazón suficientes como para no asustarse con los retos y las dificultades. Están aprendiendo a vivirlo que es el mundo profesional y lo que se sufre cuando las cosas no salen como se desea. Con Asier Garitano y con Imanol han debutado Luca Sangalli, Martín Merquelanz, Robin Le Normand, Ander Guevara, Roberto López, Aihen Muñoz, Ander Barrenetxea, Alex Sola y Martín Zubimendi. No hay ejemplo similar en ninguna parte. ¡Tremendo!
Los jugadores ni lo estaban pasando bien, ni estaban disfrutando con la situación. No tengo la menor duda. Por eso, el triunfo de ayer ante un equipo situado en puestos de Champions otorga la calma necesaria y sirve para afrontar los últimos retos de la competición desde la tranquilidad y eso no es poco. Si ante el Villarreal no encontramos portería, conseguir marcar dos tantos sin encajar ninguno colocaba al grupo en otra rampa de lanzamiento. Lo aseguraba el entrenador, que reconocía que al principio algunos jugadores estaban agarrotados y que luego se soltaron. Los goles hacen milagros, aquí y en Cafarnaúm.
El primero llegó por la vía del VAR. El árbitro pasó de largo, pero el padre prior de las cabinas le avisó. Se fue en busca de una pantalla y decidió ver lo que no había visto. Willian José acertó en el lanzamiento y el equipo recogía el premio delas cosas que estaba haciendo bien. Eran muchas. El brasileño, desde la derecha yen el segundo tiempo, metió un balón divino de la muerte que Oyarzabal envió al fondo de la red con un remate de dibujos animados. Ventaja de dos tantos y bastante alegría en la grada. Ni tan mal. Sucede que también hay dos jugadas confusas en nuestro territorio. Los getafenses le piden al árbitro que revise las acciones. Por lo visto, el prior de arriba se ha ido al pipiroom o a tomar un café o algo así. Lo cierto es que no pasa nada y todo sigue igual. ¿Fue penalti de Rulli?¿Hubo falta de W.J.? ¿Fue mano el tiro de Samu? ¡Yo qué sé! Bueno, sí. Estoy seguro que desde aquí al final del ejercicio seguiré sin entender el sistema de funcionamiento en las jugadas polémicas, en las revisiones de ciertas acciones. Soy bastante torpe para saber los momentos en los que actúan y en los que no. Esta vez el VAR fue una bendición del cielo que la celebramos en la tierra.
Y me vais a permitir que le dedique el último párrafo a Theo Hernández. No le conozco de nada, no he cruzado jamás una palabra con él, y seguro que ignora que existo. Es jugador de la Real Sociedad. Será mejor o peor, gustará más o menos, pero no se le puede lapidar. Ayer no estaba en la convocatoria. Alguien publicó que se marchó en un coche antes de iniciarse el partido. Él lo desmintió colgando un vídeo desde la localidad en la que presenció el encuentro. El club ratificó la situación y pidió a los periodistas más rigor. Theo no jugará más en Anoeta con la camiseta txuriurdin, porque la cláusula del miedo le impedirá alinearse ante el Real Madrid. Ayer celebró el triunfo con sus compañeros como si hubiera marcado el gol de la victoria. ¡A veces nos pasamos de frenada!