elbeaterio.es

El paseo de los tristes

Atlético de Madrid 1 – Real Sociedad 2 (Final Copa del rey femenina 11/05/2019)

Granada está preciosa. Todavía se ve nieve en las montañas altas que se divisan desde cualquier parte de la ciudad. La alta temperatura no consigue derretirla. Cuando ves en los termómetros 32º y subiendo, sientes cómo mil puñales se te clavan. Un horror. Cuando anoche se jugó la final no andaba el mercurio por esos números, pero la sensación de sofoco no te la quita nadie. De hecho, el viernes noche me metí entre pecho y espalda un Granada-Tenerife como aperitivo. Quería comprobar in situ el escenario, nuestra ubicación, etc. No conocía este campo, pero sí el antiguo, el que lindaba con la cárcel. Huele a Primera División y el ambiente es formidable. Sin duda, para los aficionados locales su partido era el del viernes. No el de ayer.

Esta vez decidí no subir a ver la Alhambra. Intuía mucha gente. La última vez que lo hice fue con motivo del partido de Segunda frente al Granada 74 cuando se jugaba en Motril. Han pasado años. Era invierno y hacía una rasca que pelaba. A las nueve de la mañana, bajo cero. ¡Cómo añoro aquel ambiente y no esta chicharra! Así que esta vez decidí patear el centro. Hay un sitio en el que disfruto. Circula entre dos zonas emblemáticas. La Alhambra y el Albaicín. Es un paseo que va junto al río Darro. Le llaman el Paseo de los Tristes. En realidad Padre Manjón, pero, como era el camino de un antiguo cementerio y la gente lo recorría tras los cortejos fúnebres, se quedó con el nombre con el que lo conocen los granadinos. Hay terrazas con sombrillas para disfrutar y el camino es una locura de iglesias, palacios, museos, conventos, baños y agradables olores en esta época del año.

Allí coincidí con peñistas, familias, amigos que entendieron que la oportunidad no había que desaprovecharla. Fue una marea histórica, la primera siguiendo a las féminas. Con el mismo sabor de las de Gijón, Zaragoza o Vigo. Más allá del resultado final, este equipo ha escrito una página y pasará a los libros de las hazañas, aunque sea humilde. El tiempo les ayudará a valorar lo que han conseguido.

Seguí haciendo camino hasta la Puerta del Carmen. Allí el ayuntamiento nazarí organizó una zona para seguidores con juegos infantiles por la mañana y un poquito de sarao para los mayores. No estuve anoche en la Trini, pero seguro que había más marcha. Trataban de que la afición local se moviera, porque sumados los seguidores de ambos equipos había mucho cemento libre y se trataba de ocuparlo. Comentado esto, paré en Los Diamantes, uno de los mil sitios de tapeo. Y no podía marcharme sin las albóndigas y las croquetas de Los Manueles. Las bordan. ¡Qué escándalo! Como el primero está en la calle Navas, aprovecho para felicitar a Raúl, el jugador realista que ayer cumplió años. ¡Zorionak, máquina! A ver si hay suerte esta tarde. En esos lugares de unta, pan y moja, se te van los ojos detrás de todo. Que si unos montaditos, que si un jamón cortado como debe ser, que si fritadas, que si unos piononos de las pastelerías? Nada que ver con el bocadillo de salchichón que me tapiñé en el fútbol anteayer. Iba de turista puro y duro. ¡Qué diferentes son los partidos con pasión o sin ella! Cuando vas a ver qué pasa, frío y sin colores, nada es parecido. Son diferentes. Cuando en el terreno hay una jugada que no termina en gol, pero saca un uyyy de la grada, en el videomarcador aparece ese mismo grito. Me fijé bastante en el árbitro, el riojano Ocón, que ya nos pitó en Primera. Anoche fue distinto porque la colegiada María Dolores Martínez no me sonaba de nada. También para ella seguro que fue un día importante.

Sabéis que me fijo bastante en los precios. Disfruto desayunando fuera de los hoteles. ¡Esos churritos, Iñaki! Un café con leche y un croissant con mantequilla y mermelada, sentado y servido en mesa, tres euros menos diez céntimos (2.90), que ni tan mal. Como lo acompañé de un hermoso zumo de naranja natural (2,30) y prensa para leer, me pareció un rato estupendo. Os cuento esto para que hagáis las comparativas con vuestro día a día. Suelo detenerme en los escaparates de agencias inmobiliarias para comprobar los precios. Tampoco, nada que ver entre lo de aquí y lo de allí. Ni la bajada de bandera de los taxis, ni casi nada.

Coincidí en el hotel que me hospedo con el Atlético de Madrid y la oficina de la RFEF. Así que la recogida de acreditaciones, las ruedas de prensa de los dos equipos, la oficialidad, el turisteo y lo habitual de estos casos estaba cogiendo un ascensor y bajando dos plantas. ¡Gloria bendita! Encuentras a gente a la que no ves hace mucho. Charlas de todo menos del partido que nos ocupa hasta que llega la hora de la verdad y tratas de situarte en el contesto de la realidad del fútbol femenino, de las ilusiones de las jugadoras, de las reivindicaciones, del futuro. Se habla de fichajes, de mejoras salariales, de todas esas cosas que están apuntando a un futuro real y muy competitivo. Nadie se quiere quedar atrás. Supongo también que aquellas jugadoras pioneras del Oiartzun o del Añorga se sentirán felices al ver la fuerza que está cogiendo su deporte en la versión que ellas defendieron.

El partido dio de sí lo que dio. Arconada, en tono jocoso, comentaba el viernes que a ver si se despistaban con las celebraciones de la liga y les pillaban. Las colchoneras querían un doblete con el que reivindicarse y lucharon por él, del mismo modo que las nuestras por evitarlo. En el fragor de esa batalla, la satisfacción del deber cumplido y de haberlo dado todo para seguir haciendo camino. Se han reivindicado como grupo y como parte de una estructura que al club le toca ahora apuntalarla. Zorionak, de verdad. ¡Aquí no hay tregua, ni sitio para los tristes!

Iñaki de Mujika