Da la sensación de que el hada buena nos ha tocado con su varita mágica y en un santiamén nos ha cambiado el color. Del pálido apagado, tristón y cascarrabias, hemos pasado al luminoso carmesí. Y no me preguntéis el porqué, pero la realidad coincide con unos últimos días (sin contar el de la derrota de ayer) en el que todo pareció de color de rosa. No recuerdo haber puesto velas a ningún santo con poder de decisión. De hecho, en Granada, no quise entrar a la catedral, porque la última vez me cobraron cinco euros para ayudar a pagar las obras y no pude ver casi nada. Solía llegar también hasta San Gil y Santa Ana, que está un poco más delante de Los Manueles (el sitio de las croquetas y las albóndigas), pero como hacía tanto calor y estaba bastante zángano pasé de largo esta vez.
La noche del sábado fue de algarabía y jolgorio por culpa de las jugadoras que van de pueblo en pueblo recogiendo toneladas de cariño. Se lo están pasando cañón y deben estar agotadísimas, pero aguantan todo lo que les echen. El paseo triunfal por Anoeta añadió esa dosis de pertenencia al mundo realzale. Los miles de seguidores que se dieron cita ante el Real Madrid vivieron una tarde golosa, que concluyó con otra victoria sonora para que nada faltara al espectáculo. Una guinda sobre el merengue. Si al final del partido en Los Cármenes recogieron la copa de manos de una reina, pocos días después les visitó un presidente de gobierno, cuando lo habitual suele ser lo contrario, es decir, que debas acudir a palacio para que te reciban. ¡Qué grande y qué entretenido!
En medio de este birlibirloque se nos aparece San Antonio, en modo francés. Es decir, Antoine. Hace un ejercicio nos quedamos con la miel en los labios soñando con el traspaso que nos dejara una talegada en la caja fuerte. Aperribay podrá ser lo que sea, pero negociando es un portento. Se le sacudió por no cobrar íntegra la cláusula y avenirse a un acuerdo con los del Metropolitano. Intuía que la evolución del futbolista iba a ser grande y que podía pegar un salto hacia otra latitud. Se aseguró más panoja a través de un 20%. Un año después de lo esperado, el chico anuncia que se va y que pondrá en la mesa los millones necesarios. De esos, unos cuantos nos pagarán el estadio. O sea que, si ese petit prince vuelve aquí jugando con otra camiseta, le aplaudimos, le hacemos la ola y ya está, porque nos ha hecho ricos sin movernos de la mesa. Nos volvió a tocar la varita.
Es decir que, con lo que nos vamos a ahorrar de los cedidos que vuelven a su origen, con lo que ingresemos con algún traspaso este verano (alguno habrá seguro), con la millonada de la que os hablo, a la caja txuri-urdin le va a salir el humo por las orejas. Habrá que gastar, claro. En los chicos y en las chicas, que se lo han ganado a pulso. Convendrá no olvidar que ese equipo femenino ha puesto a la entidad en lo más alto. Con humildad y sin ruido. Están bendecidas. Hasta tal punto que una de sus integrantes ya ha visto que el premio gordo de la próxima lotería navideña terminará en ocho. Convendrá no olvidarlo, por si acaso. Un partido, una final, un triunfo, un título, una copa, cien recibimientos, mil agasajos han cambiado el paisaje para bien. Quizás ese cambio en el marco nos ayude a contemplar las cosas de distinta manera y hacerlas mejor y con más calma. Siempre se agradece. Por ejemplo, los chicos han obtenido este año más puntos que el pasado y, aunque tengamos sensaciones encontradas y de duda, no creo que debamos tildar de fracaso el ejercicio. ¿Podía haber sido mejor? ¡Claro!
Jugártelo todo a una carta, lejos de casa, sin depender de ti, es complicado y casi imposible conseguir premio. Se tienen que alinear los astros, hacer conjuros las brujas y ponerse de acuerdo todas las hadas. La varita fue generosa toda la semana, pero había un límite. El partido de Cornellà se parecía al de Vigo salvando las distancias. Es decir, si el equipo de casa no se jugaba nada, el objetivo podía estar más cercano. Como quiera que el Espanyol apostaba por lo mismo que nosotros, facilidades pocas. Quizás con el partido sin goles, si aquella ocasión de Willian José sube al marcador… Unos y otros miraban de reojo a Sevilla. Los locales impusieron allí también su ley, confirmando que jugarte las castañas lejos de tu feudo no es lo mejor.
Los catalanes, con Granero de capitán, nos ganaron y se acabó. Más allá del hada y su varita, si debo ser sincero, eso de ser séptimo y jugar tres eliminatorias previas en plena pretemporada para que un equipo más rodado te mande a casa y te deje descompuesto, no es algo que me apasione. Como ya lo vivimos con el famoso Krasnodar y no disfrutamos nada, será mejor racionalizar el trabajo, llevar el día a día con criterio y no volvernos locos, ni pagar caras las consecuencias.
Hace un año el barco se movía en medio de la tempestad. Nos cargamos a Loren, a Eusebio… Trajimos un técnico que duró poco. La plantilla inicial en la que se creía y la que nos ha sacado las castañas del fuego en el tramo final ha sido muy distinta. Se confiaba ciegamente en las cesiones y han terminado desaparecidas. No se hablaba de jugadores canteranos y el protagonismo ha sido de los Aihen Muñoz, Barrenetxea y otros debutantes que no figuraban en el álbum de cromos al principio. Nos han otorgado ese punto de ilusión futura y se han partido la cara con sus límites. Nadie podrá reprocharles nada.
Luego, está el famoso organigrama, las personas elegidas para ser mejores, para profesionalizar el club. Hay bastantes asuntos pendientes. Personalmente, el que me parece más preocupante se refiere a las lesiones. Salvo el chico que lleva el botijo, el que se encarga de la lavadora y plancha, y el que prepara los baúles, el resto ha pasado por camilla, quirófano, fisioterapeutas… y casi ha sido imposible repetir alineaciones. Esta es una clara asignatura que se debe aprobar.
Me gusta mirar al futuro con optimismo. Cuando el estadio se termine y los aficionados se sientan orgullosos de su casa, seguro que el ambiente crece y mejora lo actual que es una de las mejores noticias de la temporada. La gente es de la Real y no renuncia a ello. Y algún día volveremos a Europa, por méritos propios y sin carambolas. ¡Agur, Ben Hur, que el beaterio se va de vacaciones! ¡Pasadlo bien, muxu bat!