El Beaterio de Iñaki de Mujika

A pesar de los pesares

¿Quién le iba a decir al Granada que a estas alturas de la competición, y recién ascendido, se podía situar como líder en solitario si ganaba a la Real Sociedad ayer en Los Cármenes? ¿Quién le iba a decir a la Real Sociedad que a estas alturas de la competición se podía situar al frente de la tabla, compartiendo liderato con el Barça y el Madrid si ganaba al equipo rojiblanco en tierra nazarí? Se medían el mejor equipo en casa y el mejor foráneo.

¿Quién nos iba a decir que en una misma jornada el Barça iba a perder en Orriols ante el Levante y que el Real Madrid no le ganaba al Betis en el Bernabéu y que en Sevilla iban a empatar dos aspirantes? ¿Quién nos iba a decir que en un fin de semana como este, de ánimas y purgatorios, Sandro iba a marcar un gol con el Real Valladolid después de no sé cuánto tiempo de sequía? ¡Cuánta pregunta! Son las habituales incógnitas a despejar cada jornada, como si de una ecuación de segundo grado se tratara. Paseaba por la mañana, viendo el mar, sintiendo la lluvia calarme por todas partes, mientras las olas se mostraban bravías como esas defensas que, en plan trasatlántico, se llevan todo lo que pillan por delante. Sin echar la culpa a nadie, en una de esas acciones que se repiten tantas veces en un partido de fútbol, le pillaron un tobillo al rubio escandinavo y Martin Odegaard no fue de la partida por primera vez desde que comenzó el campeonato.

Los que hacen porras, equipos de la semana, comunios y demás se sintieron inermes al comprobar que no iban a sumar puntos en sus concursos por la ausencia del noruego, al igual que especulaban en torno al posible equipo que Imanol planteara a orillas del Darro, o del Monachil, que es el que más cerca pasa del estadio granadino. Aquel campo nos traía buenos y recientes recuerdos en la noche mágica del pasado mayo cuando las futbolistas, que ahora reivindican lo que consideran justo, se proclamaron campeonas de Copa y pasaron a la historia de la entidad con un logro tan valioso como real. No sé si de ese partido quedó un aroma de contagio.

Fue una noche calurosa, con el doble de grados que ayer. Se veían desde las cabinas de prensa los picos blancos de Sierra Nevada, para recordar que existe el invierno y que debemos abrigarnos. Precisamente con el gabán puesto acudió la expedición realista, no para equiparse contra el frío, sino para responder al juego huracanado que le planteaba el rival, sin duda, equipo revelación del ejercicio, al menos hasta el momento. Los andaluces se restriegan los ojos como si la magia se hubiera apoderado de sus vidas. ¡Es tan fácil ser feliz cuando un equipo transmite, funciona y encanta!

La Real no estuvo sola, porque las peñas del sur aparecen siempre y los que cogieron largo puente, también. Patearon las calles durante el soleado día. Unos fueron a la Alhambra, otros al Sacromonte o al Albaicín, y después por vinotecas y tabernas. Entre ellas Los Manueles, lugar que me recomendó Xabi Oroz cuando, cedido, jugaba al baloncesto allí la pasada primavera. Que si un jamón de leyenda, que si huevos rotos, que si croquetas de jamón, jamón “que quitan el sentío”, que si cervecita fría (se me está haciendo la boca agua porque cuando escribo aún no he cenado y casi son las doce de la noche). Sucede en estos sitios que te atiende un amable camarero. Al hacer la cuenta te dice que a la segunda ronda de cervezas nos invitan “para que volvamos”. ¡Cuánto arte acumulado!

Ya os he dicho muchas veces que lo mejor de los encuentros lejos de casa son estas cosas, porque cuando llega el momento del juego y pita el árbitro se acaban la francachela, los cuentos, la cuchipanda y nada depende de ti, sino de los once de tu lado y de los once de enfrente, además del árbitro (el de ayer un escándalo), sus auxiliares, el VAR (otro escándalo), los consultores y analistas y de la señora que vende las pipas, porque te puedes comer mil si vas atacado de los nervios. Y eso les pasó a los nuestros, porque el avión se les movió por el vendaval, a la salida y a la llegada. Centrifugando como una lavadora. Vuelo desviado a Málaga, taxis de alquiler (encantados por la recaudación), carretera y manta, para llegar con tiempo de sobra. ¡Ay, señor! Eso de desplazarse en el día está bien, pero supone riesgos.

Con Toshack viajábamos un lunes para jugar un miércoles. ¡Gloria bendita! No es esto precisamente lo que podemos hablar de la racha de colegiados lamentables que nos vienen tocando en suerte en las últimas citas. No hay por dónde cogerlos. La mano de ayer era penalti sin discusión. Por la mitad de la cuarta parte de esa mano le pitaron un penalti en contra ayer al Alavés. Una hora mirando la pantalla para negar la evidencia, y evitar un posible segundo gol y un partido muy diferente al posterior. Luego, está la tolerancia con las entradas duras y la omisión de las amonestaciones que permiten barra libre. Y para que no digan que no reconocemos lo que hace bien, la aplicación de la ley de la ventaja en la jugada del gol de la victoria fue decisiva.

A pesar de todos los pesares, incluido el gol de los granadinos, el equipo confió hasta el final. Logró la victoria gracias a dos goles de Portu que hizo mejores las dos buenas asistencias de Oyarzabal y Januzaj. Imanol vio que se podía ganar y se la jugó con los cambios. Lejos de ser conservador fue a por los puntos y esta vez le salió cara, porque la presencia de Isak y Januzaj rompió con la tendencia que el encuentro llevaba. Apostar y ganar.

Iñaki de Mujika