El Beaterio de Iñaki de Mujika

Decisiones borrascosas

He decidido hacer un barridito por encima de unas cuantas decisiones que me han llamado la atención, por desastrosas, en los últimos tiempos. Eso nos ayudará a superar el tránsito de la derrota de anoche. Empezamos bien, regalo incluido, pero nos fuimos diluyendo. Cada una de esas decisiones, por sí sola, valdría para escribir un comentario, pero las junto porque no quiero que se me pegue el arroz y que pasen de moda. Elijo un orden que podría ser perfectamente otro. Creo que voy a entrar en algún charco. Hace mucho que me apetece chapotear. No conozco a Januzaj de nada.

No he cruzado una sola palabra con él en mi vida y seguro que no sabe ni que existo. Así que alejad de vosotros la idea de que somos amigos y que por eso le saco la cara. No me gustaron las declaraciones de Roberto Martínez, seleccionador belga, respecto al extremo realista. No le convocó para los últimos partidos clasificatorios de la Euro 2020 y argumentó, sin sobresaltos ni desmayos: “El talento no es suficiente”. De seguido, habló de mentalidad correcta, de compromiso para ayudar al equipo, reconociendo que es un jugador con valores. Creo sinceramente que se equivoca, que tira por la calle del medio, aparta el problema, se desentiende y renuncia al talento. ¡Claro que es suficiente!

Supongo que no pensará, él y los que opinan del mismo modo, que castigándole y desconvocándole, de repente va a reaccionar, va a ponerse el traje de monaguillo y se va a convertir al cristianismo futbolístico. Que va a liderar un proyecto y que, como si fuera Superman, se va a comer la banda, va a meter goles a pares, va a poner de pie al público y que va a salir a hombros con las orejas y el rabo en sus manos. El proceso es mucho más largo y requiere de personas capacitadas, idóneas, que sepan conducir la situación hasta ganarlo para la causa. No es fácil. Es como un estudiante que suspende. Lo sencillo es mandarle repetir curso, pero lo más valioso es meter horas y ayudarle a que apruebe. No hay mayor felicidad para el profesor que comprobar la conquista. ¡Ya os he dicho que me iba a meter en charcos! Cabría decir lo mismo con Bale o Benzema en sus conflictos. Cuando vi que el señor González González era el árbitro para el Bernabéu, hablé por bajines, para mí mismo. Solté un taco monstruoso, impropio de la exquisita formación lasaliana. Juré. No por el colegiado, sino por las personas que lo designan. Llevábamos acumulados, bajo su égida y protección, una tibia y un peroné, más un tobillo, más dos retiradas que se derivan de ello, amén de varias guindadas clamorosas que nos impidieron seguir haciendo camino.

Llevo varias semanas clamando en el desierto con los nombramientos que soportamos. El club, al menos eso se publica, entiende que no debe protestar, sino encajar uno tras otro los desmanes, dislates y desvaríos que soportamos. Decidí encomendarme a Santa Rita de Casia, abogada de los imposibles. Un par de velas, tres rezos y una lesión nos quitó de encima parte del problema. Destinarle al VAR en el mismo partido, sonaba a rechifla. Una más.

Todo esto se relaciona con la liga, la federación y demás partes del elenco. La sensación de desorden es tal que no hay por dónde agarrarlo. Se llevan la Supercopa a Arabia Saudí. El petróleo puede con casi todo. La televisión estatal anuncia que no transmitirá los encuentros porque allí brillan por su ausencia unos cuantos derechos humanos. Está entretenido el panorama y espero con cierta impaciencia ver cómo salen de ésta.

Quieren programar un partido en Miami y no parece que vaya a ser posible, tras anunciarlo a bombo y platillo. Los propios clubes de la organización se desentienden de la decisión en muchos casos. Soportan una huelga del fútbol femenino, después de haber organizado un belén competitivo y olvidarse, una vez más, de las deportistas que juegan y que reclamaban un kilo de arena en el desierto. Terminan claudicando con la sensación de haber hecho el ridículo. La casa del fútbol cuenta con dos puertas y ya se sabe que “mala es de guardar”.

Si hablamos de los seleccionadores, es para mear y no echar gota (con perdón). Primero Lopetegi, luego Fernando Hierro, más tarde Celades. La desgracia personal de Luis Enrique, concedió la oportunidad a Robert Moreno. Se podrá discutir lo que se quiera, pero ha metido a su equipo en la fase final de la Eurocopa, invicto y cabeza de serie en el sorteo de final de mes. En la tómbola de las muñecas chochonas, con todos los boletos en la mano, casi no le dan ni las gracias. No sé si es buen o mal entrenador, pero una vez más las formas brillan por su ausencia. Juegan al escondite, al gato y al ratón ¿Se puede gestionar peor una situación como esta? Vamos de borrasca en borrasca, por el cielo y a ras de suelo.

Eso sí, los equipos modestos que se clasifican para la ronda copera de turno, sacan una pancarta en acción de gracias, porque la ocasión la pintan calva y encontrarán de frente a un equipo de Primera División que, probablemente, acuda al pueblo de turno con la segunda unidad de su plantilla. Un viaje en pleno invierno a la Tierra de Campos palentina es una bendición del cielo y una oportunidad pintiparada de estrenar el abrigo, la bufanda y el sombrero que compré en las últimas rebajas. Por decir algo del encuentro de anoche, siento que nos ganan al trantrán, con golpes aislados de calidad, protagonizados por los mejores futbolistas. Para ganar en ese campo debes estar muy bien, no fallar, ni equivocarte. Y como los jugadores no son ni máquinas, ni caminos de perfección, terminan perdiendo un partido que comenzó estupendamente. Un error del rival nos abrió una ventana a la esperanza que jugadores como Benzema o Modric nos la cerraron de un portazo. Desde luego, el 3-1 no lo considero un resultado borrascoso.

Iñaki de Mujika