Ana Nora Escobar fue una cantante de éxito en tiempos pasados. Eligió para ser artista el nombre de Monna Bell y con él se paseó por los escenarios del mundo. Grabó canciones con los Platters, ganó la primera edición del festival de Benidorm con “Un telegrama” y sonaba en las emisoras de radio con bastante asiduidad. La intérprete chilena se hizo famosa al cantar “Hoy es el día de los enamorados” obra de Augusto Algueró, que luego versionaron El Consorcio y alguna voz más. Karina, tal vez. Esta fiesta, por llamarla de alguna manera, se celebra el 14 de febrero, coincidiendo con San Valentín. O sea, hoy. Es un clásico en el calendario, como el día del Amor Fraterno, el del Padre, el de la Madre, Santa Lucía y las modistillas, San Cristóbal y los conductores…
Luego, llegaron el día de la marmota, las fiestas de las comunidades autónomas, el del libro, el de la panceta berciana, el del langostino de Sanlúcar, el de la quisquilla, el de la butifarra, el del percebe, el del pimiento, el de la angula, el del amante (fue ayer), el de las emisoras de radio (también se celebró ayer) y tantos otros que completan el calendario, pero ninguno tan romántico y golosón como el que nos toca hoy. En las pastelerías y confiterías lucen los corazones de hojaldre, cubiertos de fresa y nata. En las floristerías, capullos de rosa, ramos de consenso y celofanes con lazo que envuelven claveles y pistacias. Otro recurso se relaciona con las publicaciones. Los escaparates enseñan portadas, títulos, escritores. Imposible recomendar, aunque siempre nos quedará “El amante”, de Marguerite Duras.
Existen otros tipos de amores no ocultos. Por ejemplo, el de los seguidores de los equipos de fútbol. En este caso, la pasión que sienten los partisanos de la Real es evidente. Ese cariño es muy fiel, se tambalea poco y celebra cuantos años de matrimonio sean posibles. Desde que uno es niño, hasta la senectud. A las duras y a las maduras. No existe un “día de la Real”, pero no los podríamos inventar perfectamente. Amor inquebrantable. Como canta Alborán, “tú y tú, y solamente tú” El equipo cuenta con miles de amantes a los que no es fácil atender, pero está ahí, caminando entre dificultades. Anoche salieron contentos porque vieron ganar a su equipo y ese es el mejor regalo. Ganando, empatando o perdiendo, pero sin perder un ápice de su encanto. Las arrugas, lejos de deteriorar, le rejuvenecen. La arruga es bella y cautiva. ¡Vaya pastelada estoy escribiendo!
Con amor o sin amor ayer había cita en Anoeta. Con covid, con las gradas más nutridas y con el Granada dispuesto a tocar las maracas, si le dejas. Se había planteado el encuentro, desde las bancadas del comentario, como la oportunidad de sumar tres puntos y esperar a que llegue en su día el aplazado encuentro con el Mallorca que se plantea como la ocasión de recuperar terreno en la tabla y mantenerse en la pomada clasificatoria. Para ello, obviamente, hay que marcar goles. Son los que dan y quitan. El asunto va por rachas. El míster no quiere que carguemos la mano en este tema porque seguramente entiende que ya conviven con suficiente presión como para meterles más. “Hemos apostado por la estabilidad y la confianza” comentaba Olabe en la comparecencia de esta pasada semana. Me parece estupendo. Por cierto, una pregunta puñetera al hilo del día que se celebra ¿Roberto e Imanol se aman o se han devuelto las cartas y las fotografías? No me quiero poner pesado, pero en el partido contra el equipo nazarí se crearon mil y una oportunidades. Se aprovechó una, además del penalti. Es la primera vez, desde el inicio del ejercicio, que el equipo marca dos goles en casa que le sirven para ganar, dejando otra vez la puerta a cero. Ese sigue siendo un valor latente.
Los realistas deben recuperar el idilio con el gol. Guiñarle un ojo, hacerle carantoñas, regalarle al oído palabras hermosas o lo que sea con tal de encontrar premio a tan bonito juego. El equipo se mató a subir por las bandas, a rasear los centros, a poner balones que no encontraban borceguí que los matara. Cuando pita un árbitro sin faralaes, hablamos poco del colegiado. Vio penalti por mano, lo sancionó y a otra cosa mariposa. Oyarzabal lo mandó al fondo de la red para adelantar a su equipo y tranquilizar un poco el ambiente, porque algún zarpazo del Granada podía haber sido horrible para los intereses del cuadro de Imanol. Tras el descanso, sólo hubo un color y éste correspondió a la Real. Encontró el segundo tanto tras un centro del capitán que Rafael Alcántara no desaprovechó para subir el segundo tanto al marcador y la algarabía a la grada que agradeció el detalle. El de Sao Paulo celebró el sábado su vigésimo noveno cumpleaños. Vinieron familiares a celebrarlo con él.
Estaban en el estadio viendo el partido. Cuando marcó el gol, diseñó un corazón con los índices de sus manos y señalo hacia el lugar en el que se encontraban los suyos. Era su estreno como goleador txuriurdin, sonreía y se le notaba contento. El míster le había dado minutos antes la oportunidad de jugar y disfrutar. El técnico oriotarra cambió a peones importantes tratando de reservarles para los retos inmediatos que son de cofradía. Empezamos el jueves contra los alemanes de Leipzig. No creo que ese equipo nos vaya a regalar capullitos de alhelí, precisamente. ¡Vivan los novios y los amantes y los que se quieren!
Bueno, con tres puntos más en la mochila las cosas se ven de distinta manera y se puede celebrar un día como el de hoy. Este fin de semana he recibido la visita de unos amigos catalanes, un nuevo idilio. Un ex-jugador de fútbol que hizo el curso de entrenador al mismo tiempo que Imanol. Pertenecen a la misma promoción. Le aprecia y le recuerda. No le extraña lo que está haciendo al frente del equipo, porque apuntaba maneras. Le parece muy importante el aprendizaje del camino. En la evolución de un técnico no hay demasiado lugar para las aventuras. Ha llegado hasta donde está a puro huevo, peleándose como un jabato contra las adversidades de la trayectoria. ¿Quién dijo miedo? Ni siquiera San Valentín. Si leéis su biografía, lo comprobaréis.
Apunte con brillantina: Quiero enviarle un saludo a Lucas Eguibar. No lo está pasando bien. Ni antes de la prueba olímpica, ni después. No acudió a la ceremonia de inauguración de los juegos de Beijing para cuidar su maltrecha espalda. No pudo contar con su entrenador por culpa del covid. No pudo llegar a la final, ni conseguir la medalla que le falta. Se quedó en la puerta. Espero que no tire la toalla y siga siendo el deportista que conozco ,el kamikaze del entrenamiento y del riesgo. ¡Vamooossss!