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La palanca barcelonista

Reconozco que no controlo demasiado el sistema por el cual el Barça puede recaudar millones y millones y fichar jugadores a pares sin disponer de un euro en la caja y deber pasta a raudales. Es uno de los pocos clubes que no vendió sus derechos a la Liga y desde esa libertad se mueve como le viene en gana. Hay gente que mira hacia otra parte porque le interesa que el fútbol de Primera sea más competitivo que nunca y el producto se pueda vender en dura competencia con otras ligas.

A Tebas (ya no se oye lo del vete ya) no le gusta que sus equipos estén descafeinados, sin figuras mediáticas, mientras los ingleses campan a sus anchas por delante de todos los demás. Algunos se lo creerán. Quien suscribe, no. La prueba del algodón se manifiesta en datos elocuentes. Por citar dos ejemplos, este verano el Wolverhampton se ha llevado a Guedes, la perla del Valencia, y el Aston Vila a un central del Sevilla que atiende por Diego Carlos y que era un referente en la zaga de Lopetegi. Dos clubes por debajo de la décima posición te levantan un artista. Por no hablar del zambombazo Casemiro, al Manchester United.

La Palanca, en su día, era una zona de Bilbao, como la Ballesta en Madrid o El Raval en Barcelona. Allí se juntaban gentes de moral distraída, hetairas, aulétridas, izas, rabizas, dicteriades… Otra palanca más conocida movía, y mueve, las marchas de los coches. Si no fuera por ella, por el invento de Walter Wilson, no sé qué hubiera sido de nosotros. Ahora, la palanca más de moda la maneja el Barça. Es milagrosa. Sin disponer de un euro, permite firmar futbolistas de coste multimillonario como Lewandowski o Koundé, mientras los demás se vuelven locos tratando de inscribir jugadores que no pueden pagar, fichando bueno, bonito o barato. ¡Mikelarena, que me da!

Anoche se enfrentaban dos equipos de muy diferente trayectoria. Al fichaje del polaco respondemos con Kubo, a la renovación de Dembélé con Cho, a Koundé con Pacheco, un joven en valor, y a Brais Méndez no lo comparamos con nadie de los 10.000 que han llegado a la Travesera de las Corts. El gallego es tan humilde que ha puesto toldos nuevos en su casa para protegerse de la luminosidad y crear un ambiente en el que poder reflexionar y compartir sensaciones, como lo hizo al final del encuentro ante los micrófonos televisivos.

Unos y otros saltaron al césped con las ideas claras. Pasó a la historia lo del fútbol control, para dedicarse a correr como galgos. El ambiente espectacular de luces, cantos y sonidos precedió al primer ataque realista, de cuya contra nació el tanto catalán cuando había espectadores sin llegar a sus butacas. No tardó mucho en nivelar la Real. Robo, pase a Silva, gollería del canario hacia Isak y remate de filigrana del sueco. Tablas celebradas por la gradería abarrotada del estadio. Con ellas llegamos al descanso, sin tregua, a velocidad de vértigo, como si a los futbolistas les hubieran metido una guindillita por el tras. Daba la sensación de que en cualquier jugada podía moverse el marcador. Un remate de Merino primero y uno posterior de Silva, con paradón de Ter Stegen, al borde del descanso, rozaron la gloria bendita.

Era impensable que el ritmo se mantuviera en la segunda mitad, porque los futbolistas son de carne y hueso. La Real llegó a marcar un gol, pero no subió al marcador por fuera de juego pese a que ningún jugador txuri-urdin tocó la pelota. ¡Cuestión de interpretaciones! Casi a continuación llegaron dos consecutivos de los catalanes. El primero, por una combinación de jugadores de la antigua observancia, antes de la famosa palanca. Ansu Fati y Dembélé rizaron el rizo y llevaron el balón al fondo del portal de Remiro. El tanto dejó tocado al equipo realista. Más aún, después de que Lewandowski entrase en el área chica como Pedro por su casa para firmar el tercero y descomponer a los de Imanol. La ansiedad por nivelar de nuevo la contienda les hizo perder el sitio, dejando espacios que un equipo como el visitante aprovecha a las mil maravillas. Quizás en esas jugadas faltó tensión o intensidad defensiva. Llegaron demasiado fácil. Fue el momento en el que el técnico optó por Turrientes, Robert Navarro y Momo Cho, dos canteranos y un chaval recién llegado. Luego, Gorosabel y Karrikaburu ¿Serían entre todos de obrar el milagro?

La resultante fue un no, porque un futbolista diferente como Ansu Fati celebró el cuarto y la losa pesaba ya una barbaridad. Lo intentó el equipo txuriurdin con entusiasmo, pero sabedor de que era algo así como una misión imposible. La misma que, cuando visitas un casino y juegas a la maquinita, le das mil veces a la palanca creyendo que las monedas van a caer a raudales. Y es que hay palancas y palancas.

Apunte con brillantina. El Sr.Medina Cantalejo, don Luis, es el responsable de los árbitros. Hace unas fechas afirmó en una comparecencia que este curso los penaltis, las manos, los pies, el tufo de los sobacos y amén Jesús, no se iban a sancionar con la facilidad que se venía haciendo. ¡Matarile! En dos jornadas, sus colegiados han ido a los once metros con más asiduidad que yo a la nevera de casa cuando estoy aburrido. Penaltis, penaltitos, penaltazos, codazos, celebraciones…un torrente de decisiones que contradicen a su jefe. El sevillano se lo debería mirar, porque da la sensación de que le toman por el pito (silbato si queréis) del sereno, aunque ya no queden serenos con chuzo y farol.

Real Sociedad 1-4 F.C. Barcelona
21 de agosto de 2022 – LaLiga Santander

Iñaki de Mujika