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El David

Os aseguro que, si no fuera porque no hay más que partidos, con beaterios y crónicas obligatorias, estaba ya en Roma disfrutando de una ciudad maravillosa que alguien bautizó como eterna y que no terminas de verla nunca. Los centenares de seguidores que se mueven por el partido del jueves han escogido todo un amplio abanico de opciones. Los que van con tiempo y los más apurados. Por una vez, no voy a recomendar ningún lugar especial para comer. Lo único que notareis diferente es el modo de cocer la pasta y la crujiente pizza. También, el café.

Relativamente cerca del Estadio Olímpico se encuentran dos lugares, museos, que merece la pena visitar. Uno, el MAXXI, dedicado al arte contemporáneo, y el otro la Galleria Borghese, plagado de arte romano y rico en otros autores y estilos. Por ejemplo, Bernini. Llama la atención un poderoso David, nada que ver con los dos apasionantes de Florencia, tanto el de Miguel Ángel como el de Donatello, en distintos espacios. Sinceramente, impresionan aunque entre ellos no existen muchas similitudes. Es uno de los temas más elegidos por los escultores, quizás porque derrota al gigante Goliat y eso habla de valentía, fortaleza, imaginación y cuántas cosas queráis añadir como valores. Del más conocido de todos ellos, Giorgio Vasari decía que “cualquiera que haya visto al David no tiene necesidad de ver otras cosas de ningún otro escultor vivo o muerto”

Nosotros tenemos un David. No es ni de mármol, ni de bronce. De carne y hueso. Si en tiempos de aquel artista del renacimiento, hubiera existido el fútbol y los jugadores creativos, hubiera comentado algo parecido. Es un placer verle competir porque, a diferencia de las estatuas, éste se mueve y hace magia. Cuando no está, se le echa en falta. Quienes estudian las prestaciones de los jugadores y llevan las estadísticas, destacan su influencia en las victorias. Su presencia en el césped exige a los rivales un plus de concentración y eso ayuda a que quienes juegan con él se beneficien de una mayor libertad para recibir pases filtrados, asumir responsabilidades propias y hacer un juego más coral, efectivo y preciosista.

Cuando se conoció la convocatoria del encuentro de anoche y apareció su nombre entre los elegidos, se mezclaron las sensaciones de esperanza e ilusión. Lo que viene es de armas tomar y necesitamos jugadores que sean capaces de usar con tino la honda y la piedra, para derribar al filisteo de turno, aunque sea gigante. No fue titular. La novedad vino con la presencia de Carlos Fernández. La suya, la del último minuto del primer tiempo, fue la más clara ocasión de la oda a la espesura en que se metió el encuentro. Los porteros apenas debieron intervenir, aunque estuvieran de celebración por el 80 cumpleaños de José Ángel Iríbar. Vestidos los dos de negro. Por cierto, y sin meterme en charcos, ¿dónde queda aquella obligación que exigía a los delegados, antes de cada partido, presentar al árbitro las equipaciones de los guardametas para evitar coincidencias? Un montón de veces se obligaba a cambiar (normalmente al de casa) el terno elegido. Curiosamente, en el Andorra-Las Palmas, ninguno de los dos arqueros vistió de zaino.

El Cádiz llegó con las ideas claras y el chocolate espeso. Lecciones aprendidas con un sistema de contención que se le atragantaba al rival, dejando para el devenir de los acontecimientos la presencia de los delanteros (buena parte de ellos en el banquillo) por si fuera necesario su concurso. Nada cambió hasta la hora de juego. Entraban Silva y Sorloth. Imanol encomendó su espíritu a la pareja, pero no fue posible que ni ellos, ni ninguno de sus compañeros abriera la lata. Cambió de sistema, modificó posiciones, pero cuando es que no, es que no. Lo intentaron de mil maneras.

Asomó Momo Cho y buscó en Sola las dobladas para abrir el campo y complicar la defensa de un equipo que peleó el punto como un jabato. La ansiedad nunca es una buena compañera de viaje y al equipo realista le atenaza. Sobraron nervios en los minutos finales y eso conlleva precipitación. Faltó fluidez y acierto en los últimos metros, aunque no se discuten ni la entrega, ni la voluntad por conseguir que los puntos se quedaran en casa. Volverá a hablarse de bache, de crisis, de todas esas cosas que conllevan no ganar ninguno de los tres últimos encuentros en casa ante rivales, teóricamente, inferiores. Ahora, sin perder demasiado tiempo en lamentaciones, viaje a Roma. Allí vive un David. Lo necesitamos de nuestro lado.

Apunte con brillantina: El asunto, por no llamarle escándalo, Enríquez Negreira está muy entretenido. Desde el punto de partida hasta la fecha, asoman ramificaciones, los famosos flecos. Parece que hay más que en las faldas de las indias en las películas de vaqueros. Como cantaba Luis Mariano, ¡ay.ay,ay! Ver venir.

Real Sociedad 0-0 Cádiz
3 de marzo de 2023 – LaLiga Santander

Iñaki de Mujika