elbeaterio.es

Voces de incomprensión y hartazgo

Era previsible que Imanol cambiara en Mallorca una parte notable de la alineación que inició el partido de Roma. No es de extrañar conociendo cómo mide cada situación. Normalmente habla poco de esa trastienda y aplica a rajatabla aquello de que “por sus actos, les conoceréis”. Sabemos de sobra que le tiembla poco el pulso y más de una vez ha demostrado que los tiene más gordos que el caballo de Espartero. El partido de Palma era algo así como el jamón y queso de un sándwich mixto. Entre rebanada de pan y pan romano, era obligatorio afrontar la cita de Son Moix con un conjunto competitivo, de sabor diferente al plástico de los tranchetes. Se necesitaban puntos como el comer y goles, ni te cuento. Nos quedamos en el camino con un punto y un gol de Carlos Fernández que rompe su sequía particular y se quita un peso de encima.

Hubiera pagado por convivir con el equipo el interregno de los dos encuentros europeos, ver todas las caras de cerca, sentarme y escuchar, asistir a la sesión de vídeo post-match y comprobar quién rompe el hielo del desánimo. Imagino la noche del jueves en el hotel, asomados a la ventana que en alguna habitación se topaba de frente a la embajada de Estados Unidos, con sus muros y rejas de protección. Noche de insomnio. En esas situaciones es cuando más se aprende. No lo dudéis.

Los equipos preparan con celo cada contienda. Atienden a cuestiones físicas, tácticas, técnicas, estratégicas. Estudian al rival y deciden el modo de afrontar la cita. Existen, sin embargo, elementos no entrenables que afectan a la competición y que muchas veces deciden. Cada vez más, los árbitros están decantando partidos con albedríos controvertidos y muy discutibles hasta conseguir descentrar al más pintado. Los correligionarios de Enríquez están enfrascados en demostrar su honorabilidad para decirle al mundo que ellos no se han llevado un duro a casa, por manipular partidos para que gane uno u otro.

El tiempo será quien decida cómo acaba esa historia de los millones, los informes, los favores, las manos que mecen la cuna, etc. Celebraríamos mucho que el empeño que están poniendo en defender la honra lo usaran en mejorar como árbitros. Cada partido es un siniestro y el asunto no va a menos. Ni se ponen colorados, ni nada que se le parezca. El compromiso de Osasuna en Valencia es un drama para el colectivo y un sin vivir para los protagonistas. La anulación del gol a Le Normand o la expulsión de Merino son acciones que se pitan de un modo como se podían decidir de otro. Ante la duda, casi todo cae para el mismo lado. Asoman las puntillas.

Se levantan voces de incomprensión. Declaraciones ejemplares como las de Jagoba Arrasate, o la confesión de Carlos Fernández al acabar el encuentro de Palma, denotan el hartazgo de los intérpretes. Absolutamente de acuerdo con ambos. Cuando un equipo pretende salir de una racha de malos resultados, cuando lo pone todo para conseguirlo, no le puedes pegar un par de sartenazos. No sé si la Real mereció ganar, porque siempre todo es opinable, pero le birlaron un gol legal, tan claro como la copa de un pino. Añadamos que hace una semana, en el partido contra el Cádiz fue amarilla, con Mateu en la acción sobre el tobillo de Oyarzabal, ayer fue roja por arte de birlibirloque.  Y así sucesivamente.

El técnico sabe de sobra lo que pasa y dispone de una información privilegiada. Seguro que no le faltaban ganas de arremeter contra el arbitraje en la rueda de prensa posterior, pero  eso es perder el tiempo porque no iba a cambiar nada. Pensó en futuro, en el inmediato futuro del jueves. Ese partido es mucho más trascendente y seguro que el arbitraje ¡Dios te oiga, Iñaki!, no nos ocupa un renglón de comentario.  Y para que luego no digan que no destacamos las buenas actuaciones, aplaudo la actuación de Daniele Orsato en el Bayer Munich-PSG de esta semana. ¡Qué capacidad de lidia! Los de aquí no le llegan a la pantorrilla, se pongan como se pongan y reivindiquen lo que quieran.

Apunte con brillantina. Hubo algún aficionado que diseñó distinto plan. Se fueron directamente desde Donostia a Palma a mitad de semana y han pasado unos días al solecito. Vieron el partido ante la Roma por televisión, en uno de esos bares con pantallas gigantes. Les dio tiempo a  degustar una buena caldereta en Puerto Portals, frente a los yates imponentes que allí atracan. Eso es organizarse y lo demás, pamplinas. Cuatro días en la isla dan para mucho. No me consta que subieran a la Plaza Gomila porque todavía no es verano y los turistas no muestran ese color característico de gamba cocida, con sandalias abiertas y medias de caña y señoras luciendo vestidos de tafetán y pisando suelo con unas abarcas y calcetinitos de cotón perlé. ¡Entrañable, pero menos que una buena sobrasada y una ensaimada de cabello de ángel!

Mallorca 1-1 Real Sociedad
12 de marzo de 2023 – LaLiga Santander

Iñaki de Mujika