“Corro por pasión y no por dinero”. Esta es una frase que pertenece a Samuel Sánchez, el excorredor de Euskaltel Euskadi que cerró un proyecto y trató de abrir otro. En medio, una posibilidad que no vio la luz. Me refiero a Fernando Alonso y al equipo que pudo ser y no fue. Amigo del asturiano, Samuel pareció liderar un movimiento que no terminó de cuajar y que echó por tierra muchas esperanzas que hoy están perdidas.
Aquel torrente de ciclistas en paro se llevó por delante a unos cuantos que, a la vista del poco movimiento de mercado y de la carencia de ofertas, optaron por colgar la bicicleta y encontrar acomodo en otras estancias de la sociedad. Parecía imposible que Samuel Sánchez, campeón olímpico en Pekin, no fuera capaz de encontrar un equipo en el que mantenerse en competición.
Los rumores le colocaban en distintas formaciones. Se iba a llevar con él a los lugartenientes que le acompañaron en los últimos tiempos. Nada fue posible hasta que el BMC de Cadel Evans apareció con un contrato felizmente firmado. Es entonces cuando el corredor asturiano acuña la frase con la que iniciaba el comentario.
A esta hora más allá del importe acordado, el ciclista cuenta con una camiseta y una bicicleta con la que competir. De entrada, se mantiene en el pelotón que no es mala cosa y compra tiempo pensando en un escenario diferente ya con el proyecto de Fernando Alonso en marcha.
Como no perdía la esperanza, Samuel ha seguido entrenando por si llegaba el momento. No sabe ni qué calendario va a afrontar, ni cuál va a ser exactamente su papel. Reconoce que no se le caen los anillos por pasar de líder a gregario “porque es algo que ya he hecho. Es muy bonito ayudar a los compañeros”.
Esta realidad pone de manifiesto que la situación del deporte y del ciclismo en particular está siendo rigurosa y compleja porque éste es un deporte que vive de la publicidad y los patrocinios y estos no sobran en unas circunstancias como las que vive actualmente la sociedad. En el atasco de personas que desean pasar por el hueco de la aguja, Samuel, aunque tarde, ha tenido fortuna.