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Llegar a Sochi y no por casualidad

Los juegos olímpicos de invierno no son como los de verano. Por muchas razones, entre ellas el menor número de disciplinas y, en consecuencia, de participantes. El hecho de disputarse en febrero entre nieves y bajas temperaturas tampoco atrae como las citas estivales en donde se reúnen millones de personas. Sin embargo, no sería bueno que nos olvidásemos de la sita de Sochi 2014 en la que conozco a tres deportistas que acuden a Rusia con toda la ilusión del mundo. Más allá de los resultados que puedan conseguir, respeto a los esfuerzos de los últimos cuatro años.

El más experto es Paul de la Cuesta que ya estuvo en la cita de Vancouver 2010. Con 25 años recién cumplidos cuenta en su historial con tres mundiales senior y cuatro juniors a sus espaldas. Llega a los juegos mejor preparado que hace cuatro años y afrontará un calendario muy exigente: Comienza este domingo con el descenso y concluirá el miércoles 19 con el gigante. En medio de ambas fechas, la supercombinada y el supergigante. Precisamente, la primera y la última son en las que mejor se desenvuelve.

Ha pasado por momentos duros, incluso ha convivido con las dudas, pero puede su fuerza y la capacidad de levantarse. Comparte los estudios de odontología con lo que le gusta y da sentido a su vida. Se merece lo mejor, porque además es un individuo lleno de detalles que dedica horas y horas a mejorar una milésima de segundo.

Lucas Eguibar no vive la ceremonia inaugural porque prefiere la tranquilidad de Vallnord en Andorra para prepararse de la mejor manera posible antes de viajar al escenario de las ilusiones. Allí en el Snowpark disponen de unas excepcionales condiciones de nieve. A punto de cumplir los veinte años, pinta en rojo la fecha del 17, día en el que se desarrolla el snowboard cross. Lo tiene muy claro: «Mi objetivo es hacer una gran bajada donde me sienta cómodo y pueda exprimir todo mi potencial. Trabajamos muy bien como equipo y eso me ayuda a evolucionar personalmente en todos los sentidos»-

Es pura fuerza y confianza en sí mismo. Fuerte, maduro y convencido de que los sueños pueden hacerse realidad. Le he dicho que disfrute, que sea él y que valore lo que significa disponer de una plaza para poder competir. Pese a la falta de ayudas importantes, estira lo que puede lo poco que le llega. Más mérito todavía.

El otro debutante, al que menos conozco, es el tolosarra Imanol Rojo que participa en la modalidad de esquí de fondo. Lo suyo ha sido una incógnita hasta el final, un proceso complicado ya que el COE en principio sólo concedía una plaza en esta modalidad aunque al final hayan sido dos. Nadie le ha regalado nada y este es el premio que recibe por la constancia y la esperanza. Va a competir en todas las modalidades individuales de esquí de fondo y aunque vaya a estar lejos de los podios sabe que le corresponde adquirir experiencia para poder contárselo a su hermano Ioseba que al final se ha quedado fuera de la cita de Sochi.

Merecen respeto y reconocimiento porque en el camino hay mucho sacrificio y muchas renuncias. Son gente encantadora, que siempre dicen “sí” cuando les llamas, porque casi nadie les hace caso y son grandes, muy grandes.

En resumen, no vivimos en un territorio con infraestructuras que les ayuden. Se pasan muchos meses fuera de casa en los escenarios idóneos para su preparación. Podríamos calificar de milagro que tres de nuestros deportistas estén allí donde el mundo del deporte pone hoy sus ojos. Sochi, la oportunidad y no por casualidad.

Iñaki de Mujika