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Pinturas de guerra

El Sevilla diseñó y presentó hace unos días un vídeo en el que alguno de sus futbolistas accedió a pintarse la cara con el sano propósito de asustar al oponente, en este caso a la versión copera del Madrid. Los de "Mou" ni se inmutaron. Sacaron el hacha de guerra y propusieron una película con final diferente. Parecido argumento pero con distintos protagonistas.


El film original data de 1953, año en el que se realizó "War Paint" ("Pinturas de guerra"). Al teniente Billings y su patrulla les ordenan entregar un nuevo tratado de paz al Comisionado de Asuntos Indios, que está desaparecido. Disponen de nueve días para conseguirlo negociando con el Jefe Nube Gris. O pacto, o guerra. No cabe otra. El hijo del Jefe Taslik se ofrece a guiarlos. Pero a medida que el agua comienza a agotarse y los conflictos aumentan, debemos preguntarnos por qué Taslik lleva pinturas de guerra.

Joseba Llorente es el Taslik realista. Su caja de pinturas está llena de colores que expresan entrega, arrojo, esfuerzo, competitividad, lucha…Argumentos con los que se convierte en futbolista eficaz. Futbolista que contagia a sus compañeros y que determina el camino que deben recorrer. Aporta muchas veces los recursos, incluso cuando el agua comienza a agotarse y las dificultades para ganar al rival se suceden. Su lesión constituye una pérdida muy difícil de superar.

En toda la plantilla no hay muchos jugadores que se atrevan a coger los pinceles y llenar su cara de fornidos trazos de colores que expresen bravura. Al revés, cuesta encontrarlos. Prefiero que sean ustedes quienes determinen qué jugadores comparten osadía con el hondarribitarra. El partido de ayer, por esa razón, porque nos faltaba el referente, el estilete, se convirtió antes de disputarse en una prueba del algodón, de comprobación si el equipo era capaz de gobernarse sin la brújula de referencia ofensiva.

La responsabilidad le iba a corresponder a Tamudo. El jugador catalán no era titular desde octubre, aunque antes había enlazado, coincidiendo también con la ausencia de Llorente, tres encuentros en los que marcó otros tantos goles, el primero de ellos ante el Almería precisamente. No sé si sintió los ojos de la grada en el cogote, pero la atención sobre él era máxima, algo así como "en tus manos me encomiendo". Le cogió el "kit" de pinturas a su señora y se embadurnó hasta las cejas. Resultante: pase de gol y gol con ayuda de Carlos García. Hubo más gente que asumió galones y que llevó el peso del partido. Entre ellos, Zurutuza. Mientras las fuerzas le aguantaron y el balón circulaba con normalidad, ofreció un abanico de opciones, pases y salidas. Se fue haciendo grande en la misma medida que la balanza se inclinaba y el inicial dominio almeriense fue cambiando de propietario. Debutó también Demidov al que se le vio disfrutar como esos niños que se ponen katiuskas y chapotean sobre los charcos de la alegría.

 

 

 

 

 

Iñaki de Mujika