Seguro que cuando Plutarco escribió un libro con este título, no pensaba ni en el Athletic, ni en la Real. Pasados los siglos nos encontramos con una evidencia muy parecida en ambas instituciones, bastante a la deriva en lo deportivo y nada boyantes en su estructura económica, ajena a las bonanzas de los tiempos precedentes.
Seguro que cuando Plutarco escribió un libro con este título, no pensaba ni en el Athletic, ni en la Real. Pasados los siglos nos encontramos con una evidencia muy parecida en ambas instituciones, bastante a la deriva en lo deportivo y nada boyantes en su estructura económica, ajena a las bonanzas de los tiempos precedentes.
El cuadro rojiblanco aparca los problemas de la sociedad con este cambio de "look", al que le han llevado notorios desaciertos que comenzaron en el llamado "caso Zubiaurre" y concluyeron con la marcha del presidente. En medio, asuntos de poca brillantez mediática como el cese de Clemente, la marcha de Julen Guerrero, las respuestas al "caso Gurpegi", la situación de futbolistas como Javi González o Aritz Solabarrieta, abrieron demasiados frentes desde los que han ido llegando dardos envenenados, a los que Lamikiz no ha podido sobrevivir.
A la presidencia del cuadro de Ibaigane ha llegado una señora, Ana Urquijo, resultante de la crisis que llevó a Fernando Lamikiz a la dimisión como máximo mandatario. La nueva responsable ha puesto ya fecha de caducidad a su mandato con el anuncio de nuevas elecciones cuando concluya el presente ejercicio deportivo.
El equipo y sus resultados tampoco han ayudado demasiado. Un comienzo nada generoso con el entusiasmo resume en dos empates todo el bagaje de conquistas de un equipo, al que Sarriugarte trata de hacer competitivo conviviendo con la situación social que poco o nada ayuda. Echar la culpa a los árbitros ha sido, cuando menos, un ejercicio de distracción o válvula de escape en medio de tantas mareas.
En el lado de la Real Sociedad, las cosas no son muy diferentes. La crisis institucional cicatrizó con la marcha del anterior consejo y la elección del actual, aunque en medio quedara un candidato derrotado, Miguel Santos, que ha hecho de su equipo de baloncesto, Gipuzkoa Basket, la mejor expresión de su capacidad y eficacia. Por ahora, no hay alarma social, pero existe siempre la amenaza de que quiénes movieron los hilos para cambiar la situación anterior, hagan lo propio con la actual, en cuanto comprueben que las cosas no son como les gustaría o que justificar lo injustificable no produce beneficios. El tiempo, como siempre, enseñará sus vergüenzas.
Y los caminos más fáciles para intentarlo, porque están ahí y aparecen cada domingo, son los deportivos. El equipo no está bien. Un punto, de quince posibles. 11 goles en contra. Para bien o para mal, todas las llaves las tiene Bakero. Cuenta con el apoyo indiscutible de sus jugadores. "Entrenamos muy bien, pero no sacamos puntos. El comienzo está siendo muy duro con nosotros". Esta frase la acuñan todos los protagonistas, a los que el tiempo de espera se les va haciendo cada vez menor.
Mientras se pide paciencia y serenidad, se van preparando los arietes para "el acoso y derribo" que llegará en no demasiadas semanas si el equipo no endereza su preocupante marcha. Es imposible imaginar un cuadro futuro sin la presencia del director deportivo-entrenador, responsable máximo del diseño de la actual plantilla, sometida a la estrechez de medios económicos que le impiden ser más competitiva. Si al Athletic le ahoga su filosofía, a la Real le coartan sus pocos recursos. Los dos conjuntos, cerrando la clasificación y ocupando puestos de descenso, necesitan una reacción imponente y paralela. Así es la vida.