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“Nunca fumarás solo”

Frank Rijkaard se ha despedido de los medios de comunicación barceloneses. Lo ha hecho en la habitual rueda de prensa previa al partido. Al último de la liga. Muy a su pesar, el holandés vive horas de tranquilidad deportiva, falta de emoción. Su equipo, su gente, su entorno despide la liga ante un Murcia descendido y sin otro objetivo que ser tercero en la liga. Poco bagaje de éxitos, si se cuenta con que ni en Copa, ni en Champions el Barça ha llegado, por lo menos, a la final.

 


Suele suceder que la vida de los técnicos en el mismo banquillo no es larga, salvo honrosas y lejanas excepciones. La liga española abrevia la responsabilidad con ceses más o menos urgentes, que llegan en momentos poco lúcidos de marcadores y juego, sin guardar siquiera las apariencias y el respeto a éxitos no lejanos que los mismos protagonistas logran pocos meses antes. Rijkaard se va por la puerta de atrás, después de conseguir una Champions, dos ligas y otras tantas supercopas.

El ciclo del entrenador de Surinam ha cubierto una etapa de cinco años (2003-2008) en la que su trayectoria ha sido impecable. No sólo en el hecho deportivo, sino también en el trato, en las formas, en el estilo sosegado de dirigir un grupo variopinto como su plantilla y la amplia familia mediática. Llegó después de Antic y se va antes que gobierne Guardiola. Rijkaard se ha hecho grande en el Barça, pese a que antes hubiese dirigido a Holanda y al Sparta de Rótterdam. Es igualmente cierto, que la entidad azulgrana creció con los éxitos de una plantilla, cuyo fútbol brilló en muchos momentos por encima del oponente. La mano que mecía la cuna correspondió siempre al entrenador.

Su despedida no mostró un solo pero: "Ha sido un gran honor". Luego añadió: "Si uno quiere aplaudir tiene que hacerlo al club y al conjunto de jugadores. Ahora es complicado, no hemos cumplido con lo queríamos y si hay pitos, que sean también para mí, porque yo soy parte del grupo. Todos estamos en el mismo barco y no quiero ser una excepción en esto. Estoy muy tranquilo en todos los sentidos. Siempre he querido lo mejor para el club, el equipo, los jugadores, y los socios, pero siempre hay gente que quiere opinar. Hay que ganar juntos y sufrir juntos. Para ganar necesitas coraje, carácter y ganas. No tengo derecho a hablar sobre el futuro, porque los que van a trabajar en el Barça, merecen todos mis respetos".

Rijkaard mantuvo su cordura y temple. Implicaron allá por septiembre a su hija Lindsay con Ronaldinho. Se hablaba de amor y relación sentimental. Incluso, se publicó que el técnico solicitó el traspaso del futbolista para evitar que el asunto alcanzase mayores cotas de interés mediático. No le gusta acaparar protagonismo ante la prensa. "Llevo varias semanas despidiéndome, ya no tengo nada que decir", afirmó ante los medios poco antes de que estos le aplaudiesen. Como regalo, una camiseta roja: ‘Mai fumaràs sol’ (Nunca fumarás solo), que igualmente lucían muchos de los periodistas presentes.

Rijkaard, entre sorprendido y divertido, contestó entre risas: "Agradezco el detalle, pero debo deciros una cosa: he dejado de fumar".

Iñaki de Mujika