El 13 de septiembre de 1964 iniciamos nuestra última andadura en Segunda División. Entonces la liga en esta categoría se disputaba en dos grupos (norte y sur). Ni las carreteras, ni los medios de transporte, ni nada, se parecían a lo que hoy consideramos normal. Campos embarrados, balones de pitorro, botas que pesaban mil kilos…"Del naranjal a sus labios, Orange crush" , "Tónica Schottis"…vendían las cuñas publicitarias de la sonora megafonia.
Debutamos entonces contra el Barakaldo en Gal y ganamos 2-0. Me sentaba en la vieja tribuna, junto a mi aitona paterno al que acompañaba, disfrutando sentado en los asientos de la última fila. La "9", que permitía apoyarte en la pared. Era el tesorero en la primera directiva del club cuando el Real Unión nació de la fusión del Racing y del Sporting. Lo llevo en la sangre. Mis ídolos que recuerdo de entonces respondían a los nombres de: Rincón, Vallejo, Gorriti, Castellanos, Iñarga, Zabala, Amantegi, Zapirain, Otaegi, Coque, Ibarra, Gallastegi, Alberdi, Arrastia…, con Manolo Etxezarreta, primero, y Santi Vázquez, después, como técnicos.
Entonces los pueblos y ciudades eran entrañables. La gente se conocía por su historia y por lo que hacía. Ahora, gritan "hijoputa" al árbitro y no pasa nada. Entonces, en la dictadura de Franco y con la iglesia por montera, lo más que se oía en la grada era "Arbitro, que se te ven las puntillas" que correspondía al muy selecto modo de llamarle "maricón". La acuñaba un señor mayor que vivía en Hendaia, Don José, conocido popularmente por "Pepe Mantequilla", siempre envuelto en una gabardina gris, con sus gafas. Se sentaba en la fila siete, dos más abajo que nuestra localidad. Los colegiados le descomponían. Eso no ha cambiado.
El viejo Gal no disponía de iluminación eléctrica. Cuando la marea subía se inundaba todo. Un domingo debieron sacarnos los bomberos. Se jugaban los partidos a las tres y media o a las cuatro menos cuarto, según anocheciera. No había otra cosa. Por la Avenida de Iparralde, antes Francia, bajaban riadas de seguidores. Desde el "Topo" accedían las gentes que llegaban de otros pueblos. Siempre tuvimos tirón. En los buenos momentos y en los que no lo han sido, el club nunca perdió su grandeza. Pese a las dificultades y las incomprensiones, hemos hecho entre todos camino y hemos llegado hasta aquí.
Ahora, volvemos con dignidad. En tiempos de crisis, nuestro equipo, nuestros jugadores dieron lo mejor de sí. Aquel día cercano de junio vivimos todos una tarde inolvidable que concluyó con el premio del ascenso. Desde ese punto de partida, toca ahora sentir orgullo y mostrarlo a los demás, sin miedo de decir que somos unionistas. Esa es nuestra grandiosa humildad. Ese, nuestro escudo. Esa, la blanca camiseta que a partir de mañana van a defender los futbolistas que componen nuestra actual plantilla. Se nota la pasión en el ambiente ante la llegada del Recreativo de Huelva. El "histórico" frente al "decano". Iniciamos un nuevo reto.
Creo firmemente en los jugadores. Ganarán y perderán, porque cuarenta y dos encuentros dan para eso y más. Se van a entregar. Estoy seguro que en cada partido se dejarán la piel. Jóvenes y veteranos. En el campo, en el banquillo, o en la grada, todos son importantes. Ellos son "la Unión", la fortaleza de un vestuario armónico y ejemplar, en el que nadie es más que nadie, ni menos que ninguno. Esos son valores indestructibles que ganan partidos y batallas.
El tiempo y la edad te enseñan a relativizar las cosas. No son mis ídolos, porque no los tengo, pero me gusta mirarles de frente a los ojos y decirles: "No sabéis qué feliz puede ser la gente por vuestra culpa". Mi mensaje de ánimo alcanza a los técnicos, Iñaki Alonso y equipo, así como para todos vosotros, futbolistas ejemplares: Jauregi, Otermin, San Sebastián, Larrainzar, Gurrutxaga, Deskarga, Gabarain, Josu Iglesias, Alcalá, Mendinueta, Salcedo, Beobide, Sanz, Romo, Agirre, Markel Robles, Seguro, Quero, Sergio Francisco, Juan Domínguez, Montoro, Abásolo, Goikoetxea, Brit y Rubén Durán.
¡Tíos, estamos con vosotros y os esperamos!