El Inter de Milán y Rafa Benítez han llegado a un acuerdo para poner punto y final a su relación deportiva. Un trimestre de competición y ya está. En ese tiempo, los italianos han ganado la Supercopa del país y el Mundial de clubes. No es suficiente. Los aficionados exigen más. El scudetto está imposible con trece puntos de desventaja respecto del líder y el fútbol en Champions ha estado lejos de ofrecer su mejor nivel, o, al menos, el que hace unos meses le permitió proclamarse campeón de Europa. La sombra de Mourinho es alargada.
Benítez era un buen entrenador. Posiblemente, lo sigue siendo, pero desde que consiguió la Champions ante el Milán en aquella histórica final de Estambul, parece haber cambiado. Por razones que cuesta entender, la relación fantástica que mantenía con Patxi Aiestarán se rompió de manera increíble. Luego, su cartel en Liverpool fue perdiendo valor, porque el equipo dejó de jugar bien, se alejó de la cabeza de la Premier y terminó diluyéndose. La marcha de Xabi Alonso determinó el cambio a peor.
Triunfó en Valencia, triunfó en Liverpool, dijo "no" al Madrid y ahora capota en Milán. En Anfield han aparecido pancartas, porque le recuerdan y porque con la actual estructura y el venerable Roy Hogson en el banquillo, los "reds" son un equipo más, uno del montón, dentro del campeonato. A Benítez le va a costar tomar una decisión, porque ha entrado en ese peligroso camino que muchas veces condena a los entrenadores al ostracismo. La lista de nombres que pasaron de la gloria a la oscuridad en poco tiempo es enorme y está dispuesta siempre a engullir a cuantos se quedan despìstados por el recorrido.
El encanto del técnico madrileño se ha perdido. Estaba en el "top ten" del podio mundial de preparadores. Quizás ya no. Cabría volverse a preguntar qué criterios siguen los clubes a la hora de contratar entrenadores, y qué elementos diferenciadores puede ofrecer hoy por hoy un hombre como Rafa Benítez al que probablemente ahora se le valore más por lo que fue que por lo que pueda llegar a ser. Milán es una ciudad para cautivar, capital de la moda y el estilo, pero al entrenador no le lució su trabajo.