Guardo en casa unas cuantas camisetas de futbolistas que quisieron tener un detalle conmigo. No son muchas. Entre ellas hay una de Gorka Iraizoz. Corresponde a su época del Espanyol, en concreto al último partido de liga, aquel que le ganaron a la Real Sociedad en el descuento cuando Corominas mandó al fondo de la portería realista el balón que involuntariamente Brechet prolongó hacia atrás. Ese gol salvó a los periquitos del descenso con Lotina en el banquillo catalán. Un año más tarde la Real se iba al pozo.
Luego se interesó el Athletic por él y lo firmó. En el tiempo se ha hecho dueño de la portería. Se muestra como lo que es, un portero sobrio, poco palomitero y lo suficientemente eficaz como para perpetuarse en la meta bilbaina hasta que las fuerzas le aguanten. Desde Iribar y Zubizarreta, los inquilinos del puesto han sido muchos y quizás de todos ellos, el navarro es quien más y mejor se ha consolidado. Por eso, no es de extrañar que el Athletic le haga una propuesta de renovación y continuidad para que ambas partes sigan en feliz comunión.
Sin embargo, la respuesta pública a la oferta ha dejado dudas, porque el cancerbero se ha escabullido de alguna manera, al dejar abiertas otras posibilidades y aseverar que no se plantea concluir su carrera deportiva en San Mamés. A partir de ahí, deben encenderse las alarmas. Llevo demasiado tiempo en esta profesión como para saber que cada vez que un futbolista manifiesta sentirse a gusto, agradecido, pero… está dejando claro que existen otras opciones.
Están el fútbol y la sociedad como para decir "no". El Athletic, incluso en tiempos de crisis, es generoso en las ofertas. Buen pagador, trata de que su principal capital, los jugadores, se sientan a gusto. Iraizoz no niega que eso sea así, y agradece sin duda la confianza y el trato recibidos pero entra dentro de lo probable que en la mesa de su representante convivan otras proposiciones, no deshonestas, sino ricas en números y valor deportivo. Si esto es así, la portería rojiblanca tendrá la próxima temporada nuevo nombre propio. Si no, las negociaciones llegarán a buen puerto. Ver venir!.