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¡Hala Madrid!

Drazen Petrovic fue un enorme jugador de baloncesto, que murió en un accidente de tráfico cerca del aeropuerto de Munich cuando aún no había cumplido 30 años. Le vi jugar en los JJ.OO de Barcelona 92 defendiendo la camiseta de su recién nacido país, Croacia. Llegó a la final frente al llamado "Dream Team" americano, favorito indiscutible al oro. Nadie pensaba en otro resultado que no fuera ese. Pero a Petrovic, la plata le sabía a poco. Luchó, peleó y recurrió a todo para motivar a sus compañeros. Incluso, dicen, que en un tiempo muerto comentó al grupo que "se están riendo de nosotros", buscando una respuesta mayor, de entrega y actitud de los suyos.


Antes, en las grandes competiciones europeas, los duelos entre su club, la Cibona de Zagreb, y el Real Madrid llenaban a reventar los pabellones y enardecían a la grada. No recuerdo partidos más apasionantes que aquellos. Un día leí una entrevista de uno de los jugadores madridistas. Aseguraba que Petrovic era inigualable y que su presencia en el cuadro rival les atenazaba. Psicológicamente muy fuerte, "el genio de Sibenik", bien como alero, como escolta o segundo base, botaba la pelota ante sus contrarios, al tiempo que les gritaba: "Hala Madrid, Hala Madrid", provocando en ellos reacciones descontroladas. Les incendiaba. Emergía entonces con todas sus capacidades y anotaba lo que hiciera falta. Extraordinario e inigualable en el uno contra uno. Dicen que defendía poco. ¿Para qué?, si atacando ganaba el solo los partidos. Incluso, después de cada contienda se quedaba una hora en la cancha ensayando lanzamientos triples. El aro contrario era su obsesión de líder.

Ante mí, el inicio del campeonato de liga y la lista de la plantilla realista. Repaso muy despacio uno por uno sus componentes, analizo qué sé de ellos, cómo son mis relaciones, qué valoro de sus capacidades, que me gusta, que les hace atractivos sobre el terreno, qué insufribles…Trato de encontrar un Petrovic sabiendo de antemano que es imposible. ¡Ni por aproximación!.

Me pregunto muchas veces qué criterios siguen las directivas de los clubes a la hora de contratar técnicos o jugadores, qué prioriza en el trabajo de formación,  y qué valor le otorgan a los conceptos que tienen que ver con el vigor, la autoestima, la empatía, la adaptación grupal, madurez, comportamientos personales de vida, etc. La plantilla realista no es desde hace mucho un dechado de fortaleza. Le faltan referentes, carros que tiren sin dudar. En el camino de los últimos años aparecen momentos que hablan más de hundirse que de emerger, pero es historia y conviene mucho más mirar al futuro que lamentarse, aunque sólo sea por higiene.

Lo digo, porque el campeonato que empieza este domingo va a relacionarse mucho con cuestiones que se refieren a esto. La liga es cosa de dos y ahí no estamos. Europa es un objetivo por el que van a competir una media docena de conjuntos. ¡Ahí, tampoco!. El resto, más o menos la mitad del elenco de veinte, luchará por evitar los malditos tres puestos del descenso. Y ese, evitarlo, es el objetivo de la Real. Sumar cuarenta y tres puntos cuanto antes. Lasarte sale reforzado tras su renovación. Llorente es el más parecido a Petrovic. Los expertos que vivieron el drama de la pérdida de categoría, pesos importantes en el vestuario, deben evitar que nadie se desmorone. Sobre todo los jóvenes que debutarán en la categoría y que deben aprender, cuanto antes, a sufrir. No va a ser un trayecto fácil, pero se encuentran ante la inmensa oportunidad de crecer, de ser más grandes. Incluso de atreverse a gritarle a su oponente con el balón en los pies. ¡A lo Drazen!.

Nota.- Este artículo se publica en el suplemento que Noticias de Gipuzkoa dedica al Campeonato de Liga 2010.2011.

Iñaki de Mujika