“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”, escribió un día inspirado Calderón de la Barca. Entonces no existía el fútbol, ni la pelota ni el puntapié, pero las utopías a lo visto ya circulaban.
El comienzo de la liga es poco cautivador. Ni la fecha en la que se inicia el campeonato, ni el perturbador horario, ni las temperaturas, ni los fichajes (por su ausencia) hacen más atractivo el devenir de la competición. Todo asemeja al año anterior, es decir, la liga bipolar. Real Madrid y Barcelona por un lado, un grupito que se cree lo que no es y va de ringorrango por otro y el carro de la verdura.
Volveremos al duelo Messi-Ronaldo, a la carrera de los goles, al aburrido debate sobre el balón de oro, a las soflamas de Mourinho, al descubrimiento de Tito Vilanova sin el referente del predecesor. Seguiremos con atención los devaneos del jeque de turno en Málaga, lo mismo que a Bielsa en San Mamés y la “fuga de cerebros” que trastoca planes y objetivos.
Es la liga en la que los árbitros seguirán dejando que desear, porque son los mismos y porque se enrocan en la burbuja del fatalismo. “Somos los mejores” y de ahí no hay quien los mueva, pese a que domingo va, domingo viene, las actuaciones enseñen sus vergüenzas.
Luego llega la Real de Montanier que asemeja a las excursiones antiguas de estudiantes. Tiempos de guitarra y canturreo con bocadillo de tortilla y filete empanado. A pasar el día, sin sobresaltos. Los aficionados creen que se ha fichado bien, que la llegada de Chory Castro y José Ángel refuerzan el plantel, aunque la jubilación de Mikel Aranburu deje un hueco que a esta hora no se sabe quién lo ocupará.
Los jugadores, el entorno y la propia marcha apuestan por dar un paso adelante, Se habla de Europa como un frenesí, un sueño, una ilusión alcanzable. No estoy instalado, para nada, en esa euforia lo que no quiere decir que el éxito no sea un objetivo. El problema es creérselo de verdad y apostar, Y es ahí, precisamente, donde conviven mis dudas. ¿Para qué sobresaltos?. El tiempo, la palabra y los resultados marcarán el camino. El resto, nubes y claros.