vamos a tal velocidad que es imposible detenerse a hacer una reflexión y valorar en su justo término lo que sucede. Es un algo así como “Vamos, que nos vamos”. En las últimas fechas los norteamericanos han celebrado el día de acción de gracias, pero lo que llama la atención son las cifras. En un país con casi diez mil productores de pavos se consumen en esa fecha, tan significativa para ellos, alrededor de cuarenta y cinco millones de estas aves. Una barbaridad. Sólo se salva una, la que indulta el todavía presidente Obama. Tot se libró en esta ocasión de pasar por el horno y ser trinchado en una mesa.
En medio de esta conmemoración se sucedieron, a modo de tsunami, la elección de un lehendakari, la votación por una rectora, la muerte de un poeta nonagenario, el fallecimiento de una senadora, el óbito de un presidente revolucionario, e, incluso, que Javián vaya a ser el próximo cantante que represente en Eurovisión a la televisión estatal. Ante tanta catarata de noticias, las tertulias han echado humo sin parar. Venga leña al fuego y reparto imparable de zascas.
Por eso, me da un poco de vergüenza hablar de Messi. El chico, por qué negarlo me cae bien y me parece el mejor de cuantos le dan al balón con el borceguí. Esta semana pasó por una kakalarria de la que se recuperó para jugar en Glasgow, meter dos goles y dejar a su equipo en la primera posición del grupo de Champions. Luego, el viernes, se reunió en un acto promocional con algunos invitados a una presentación de botas y artículos de deporte de la firma que le patrocina.
Allí se reunieron unos cuantos curiosos y bastantes periodistas, con la escopeta preparada. No pudieron preguntarle nada porque es la propia organización la que dispone un conductor que le interroga y no se mete ni en charcos, ni calza katiuskas. Todos añoraban saber si se va al City, si iba a renovar, si estaba contento, si? El argentino, entre otras cosas, dijo que el Barça no padece messidependencia y que el partido de Anoeta iba a ser difícil y complicado, porque la Real está bien y no otorgará facilidades.
Nos vinimos arriba. La semana hasta ayer había sido un desenfreno de ilusión, porque el tono general del equipo, agrandado por las victorias encadenadas, llevaba al graderío arrobas de sueños positivos. El viernes, a media mañana, coincidí con uno de los grandes técnicos de nuestro fútbol. Sabio como pocos. Hablamos del partido de Gijón. Le supo a poco la victoria, porque entendía que las oportunidades hay que aprovecharlas y que cuatro goles mejor que tres, cinco mejor que cuatro. Echamos en falta ese instinto de los delanteros ambiciosos. El mismo viernes compartí mesa con un remero que ha cambiado de aires. Hablamos de todo y al salir, la persona que nos atendió pidió opinión sobre la cita de Anoeta. La experiencia, por el paso del tiempo y las vivencias acumuladas en la travesía de los años, convierten la opinión en conservadora, bastante segurola, y plagada de frenos.
No descubro el Pacífico con la respuesta, pero le dije más o menos, que ellos son muy buenos, que cuentan con el mejor futbolista de todos los tiempos, que entendía que había un exceso de euforia y que si venían mal dadas iba a parecer el fin del mundo. Calma en todas las circunstancias, aunque en el fondo también sueñas con ganar, sumar tres puntos y seguir en la travesía espléndida que el equipo comparte con su feligresía desde el trabajo bien hecho. Si te ganan, que suceda porque son mejores.
Luis Enrique dispuso lo más grande con los tres de arriba apuntando a Rulli. Eusebio, igual. La grada ofreció sus mejores galas con 27.756 espectadores. El club creó vídeos de pertenencia. Los seguidores ofrecieron una soberana bienvenida. Sólo quedaba el pasen y vean. Y vimos a un equipo formidable de principio a fin, sin perderle la cara al rival en ningún momento. La fortuna que otras veces le pudo acompañar ayer le abandonó. Los postes, el error del asistente y la falta de puntería impidieron que la victoria se quedara en casa.
No hubiera sido injusto sino todo lo contrario. El equipo fue valiente, lo mismo que el entrenador con sus cambios. No se conformaban con el empate. Buscaron la victoria con todos los argumentos necesarios, dejándose la piel y corriendo hasta la pitada final. Ayer era un día de acción de gracias. Lo interpretó la afición despidiendo al conjunto con una ovación de época, lo mismo que el juego que despliegan. Así da gusto.