El copetín de la baraja

Anoche fui al partido sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Sabedor el beaterio de que nuestro equipo está en apuros y que en su cara se lee desde hace semanas SOS, el respetable acudió en masa. No como el día del Barça, en plan “Corral de la Pacheca”, sino al toque a rebato, que llevó al graderío a 25.667 de los nuestros y que jalearon hasta la afonía a la mangante (por lo de La Manga) muchachada del “pistolas”.

Afortunadamente, todo fue diferente. Un chaval ejemplar nos abrió una puerta con su cabezazo. Ansotegi es un prototipo. Skoubo nos quitó el valium con su remate a bocajarro, tras la txupiña de Mark González. Xabi Prieto deleitó a la concurrencia con una picadita de las de unta pan y moja. En medio de ese canto coral, alguna patada intempestiva y un par de rojas para un equipo con marchamo al descalabro.

Hace siete días salimos de Getafe como las momias embalsamadas. Con poca esperanza y muchas vueltas en la cabeza. Se fueron de “ejercicios espirituales”, aunque no hubo pater que oficiara liturgias. Lo dejaron todo en convivencia, baño, masaje, golf, tenis, play station, parchís, escoba y tute. No tengo noticias de que jugaran al toco y a la goma, ni a los cromos, ni a los pucheritos. Lo doy todo por bueno, si el resultado es un cambio de semblante y resultados de los que suman puntos.

Incluso, si además de alguna birra, cena en La Manga y otros festejos de baja intensidad, los futbolistas son capaces de transmitirse fortalezas, el asunto estará mejor encarrilado. Cometeríamos un error de bulto, si después de los puntos de ayer nos creemos que está todo terminado y que no tenemos que seguir sufriendo. Para nada. Quedan unas cuantas finales. La próxima en Madrid dentro de seis días. Si allí no perdemos, esto será el copetín de la baraja.

P.D.- Ayer cuando subimos a las cabinas de prensa, radio y televisión en el ascensor, nos encontremos con un olor terrible a pescado. En el fútbol y en este campo, pasan cosas raras. Incluso, que hoy tengamos partidazo de rugby.