No soy capaz de imaginar qué hubiese sucedido si la Real, que estuvo muy cerca de ganar, no pierde en Montjuic. Me cuesta aún más adivinar la respuesta social de los diversos estamentos del club al que, en esos momentos, mandas por la puerta estrecha a Segunda División.
El banquillo desaforado, la grada en plena taquicardia, los jugadores echando espuma por la boca. Nosotros asistiendo atónitos a un ¿espectáculo? inenarrable de sentimientos. Visto lo visto, la lección que mejor he aprendido de la noche del sábado es que nunca jamás quisiera vivir un partido como éste con nuestro equipo jugándosela. ¡Querido beaterio, hemos estado a un punto de esa agonía!.
Ahora, los discursos van todos en la misma dirección. Los sabios. Que si tenemos que impedir que se repita, que si tenemos que fichar bien, que si tenemos que hacer un equipo competitivo, que si nos sobran la mitad, que si Bakero de entrenador, que si Bakero de director técnico, que nos faltan jugadores de carácter, que nos falta un líder, que no se puede repetir otra temporada como ésta, que si la culpa es de la pretemporada de Corea, que si Agapito no tiene pilila…
¡Caquitas, culito y pisharrakas!. Somos como aquellas colegialas de las Madres Dominicas que se preguntaban, una a la otra: “Tú, ¿cómo le dirías de manera finolis a la reina de Inglaterra que es coja?”. Se quedó pensativa, miró al suelo y no encontró respuesta. La lista le enseñó el camino. “Entre el clavel y la rosa, Su Majestad, escoja”. Estamos en esas. En el momento crítico de las decisiones. Cada consejero con una margarita en la mano. Quitando pétalos. No como los quinceañeros enamoradizos…”Me quieres, no me quieres”, sino decidiendo. “Bakero, entrenador; Bakero director”.
Sinceramente, no lo tengo claro, por lo que comprendo las dudas que existen. Puedes correr el riesgo de perder un capital del que no estás precisamente sobrado. Hoy, mañana o pasado tendremos luces. Espero sinceramente que acaben con las sombras y que nos pongamos de una vez a pensar en el futuro, convencidos todos de que tenemos fuerzas y personas capaces de afrontarlo. Otra cosa será ruina.