El Beaterio de Iñaki de Mujika

Tengo un perro que se llama Putifar

El día de Inocentes del año en que yo tenía 12, dos perros me mordieron en el muslo izquierdo. Un pastor alemán y un lobo me tiraron al suelo en el jardín de una casa a la que iba de visita y me dejaron un recuerdo físico en forma de cicatriz y uno mental, que no hay medicina que cure. Desde entonces, si veo un chucho suelto me meto en una tienda o entro en un portal.

Desde hace dos años, inopinadamente, por culpa del regalo de unos amigos, corretea por el pasillo de casa un pastor leridano, listo como él solo, que ladra cuando tiene que ladrar, juega cuando tiene que jugar, olisquea cuando es necesario, y se esconde debajo de una cama cuando presagia tormenta.

Habitualmente, eso sucede los domingos. Sabe que la vuelta al hogar después del fútbol tiene tres posibilidades. Una, que el dueño venga contento y le haga carantoñas. Dos, que la cosa sea de ni fu, ni fa. Tres, que llegues con el morro torcido. En cuanto siente la llave en la cerradura, se pone alerta ante la puerta. La abres y te mira. Te clava los ojos en la cara y te hace una disección que la firmaría el doctor Barnard.

Anoche, llegué tarde. Fiel a la cita, ”Putifar”, así se llama, me esperaba, alerta.  Era día grande. Lo intuye todo.  Sabe que si la cosa ha ido bien tiene doble ración de comida, paseo, meadita, cagadita y mimos. Incluso, se sube al sofá para ver la tele. Llevaba hasta ayer varias semanas de dieta rigurosa. Ni comida extra, ni sofá, ni nada. Anoche en cuanto me vio la cara se fue raudo a la “cashota” y ni ladró.

Y eso que estuvo cerca del gran festín. Nihat se atracó de golosinas y el sabueso “Skubidu” enseñó buena parte de sus virtudes. Andaba el beaterío frotándose las manos con el 2-0, e, incluso con el 3-2, pero los realistas se empeñan en repetir errores y no en corregirlos. Otra vez, y van no sé cuántas, la Real se echó atrás, marcó con prismáticos, no puso lo que hay que poner y se lamenta a estas horas de la oportunidad perdida. ¿ Para cuando la tensión, la defensa de lo conseguido?. En medio, un arbitraje espeso y sibilino de Rodríguez Santiago, que tiene escarapela de internacional, como mi perro “Putifar” que ayer se quedó sin cena.

Iñaki de Mujika