Me hubiera gustado escribir “standard”, pero esta máquina llamada ordenador me castellaniza, o españoliza, la palabra y cada vez que trato de ponerla como yo quiero me vuelve a hacer la misma maniobra. ¡A la mierda!.
¿Qué entiende usted por “standard”? Según el diccionario: “Que sirve como tipo, modelo, norma, patrón o referencia”. Me refiero con esto a lo que ha sido mi intento baldío de conseguir una habitación en los hoteles cercanos al Santiago Bernabeu para, entre otras cosas, no tardar demasiado en escribir este beaterio una vez concluidos todos los fastos de Chamartín.
El primero en el que lo intenté fue el del equipo realista. Tarifas en erección: 209 euros (standard) y 233 (deluxe) ¡una noche y sin desayuno!. Luego, en el mismo que me hospedé la última vez, cuando empatamos. Menos estrellas, pero tan salidas como las anteriores: 148 euros (standard) 164 (standard individual) y 184 (superior). Mi tercera y última opción fue el Holiday, que eligen habitualmente los árbitros. Aquí, por no haber no había ni habitaciones. Que si los ciclistas de la Vuelta, que si la cumbre socialista, que si los turistas japoneses…Terminé en el Reina Victoria de la Plaza de Santa Ana.
Llegó el partido y Bakero decidió una alineación “standard”, con la sorpresa de Diaz de Cerio, para desarrollar un sistema “standard”, al que le dieron un “sopapillo standard” con los goles de Reyes y el acabose de Beckham, al que un aficionado en pancarta escrita le cambia su mujer Victoria por un “Danet”, una especia de natilla dulce, o algo parecido.
Declaraciones “standard” en la sala de prensa. Hay cosas que hacemos bien y otras en las que tenemos que mejorar. Lógico. Un equipo al que le cuesta llegar y hacer gol debe romper con la línea de los primeros envites, coincidentes con un calendario poco atractivo. El domingo visita Anoeta un equipo que huele a gambas y jamón. Me apetece mucho hincarles el diente. En eso soy bastante “standard”.