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El maná de mané

El cese de Félix Sarriugarte se consumó cómo era previsible. El técnico de Durango entró por la puerta estrecha, después del fulminante cese de Clemente, cuando los rojiblancos vivían en los Pirineos el romance de pretemporada. Entonces, inopinadamente, el presidente Lamikiz decidió el despido del entrenador que había evitado el naufragio del equipo pocas semanas antes.

En aras de la modernidad, de la convivencia con las técnicas más científicas de la preparación y por el deseo de que el entrenador se integrase en un grupo colectivo de trabajo, decidieron que Sarriugarte pilotara una nave que había sido diseñada para otro capitán. En medio, el Nervión  desató oleajes. El asunto Zubiaurre creció hasta límites poco gratificantes, las lesiones comenzaron a mellar el poder de una limitada plantilla y los malos resultados a calentar los asientos de San Mamés, que, en medio de estas realidades, tuvo que convivir con el adiós poco explicado, de Julen Guerrero.

La suma de estos factores alteró el producto. Lamikiz dimitió y Ana Urquijo preside desde entonces la entidad. Su mandato, y el de quienes le acompañan, tiene fecha de caducidad. Luego, vendrán las elecciones y un nuevo equipo dirigente que devuelva la ilusión perdida. Pero, hasta entonces, seguirán pasando cosas. Así se entiende, por tanto, que la derrota ante el Sevilla haya devuelto a las galeras del silencio al entrenador y que otro tripulante tenga a su cargo pilotar la nave.

Su nombre es "Mané", la variante más cariñosa de su nombre José Manuel. Un chico de Balmaseda que se hizo futbolista y que creció como entrenador hasta llevar a una final europea al Deportivo Alavés, su mejor versión como técnico. Entrenar al Athletic era algo más que un sueño. Se ha hecho realidad, pero no del modo que le hubiese gustado. Tiene en sus manos un reto complicado. Lo quiere compartir con su inseparable "Ondarru", más los clásicos Delgado y Meléndez.  Objetivo: salvar al Athletic.

Para la directiva es también un compromiso y para el equipo nueva prueba de paciencia. Otra vez en nuevas manos. Llevan tres entrenadores desde que comenzó el ejercicio en el mes de julio. Como dice la tradición "esto no hay cristiano que lo soporte". Si los medios de comunicación ayudaron al cambio, si los resultados sentenciaron a Sarriugarte, si la directiva decidió meterse en una nueva aventura y si los futbolistas entienden que ahora o nunca, es obvio que todos esperan que del cielo caiga el maná de Mané.

Iñaki de Mujika