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Martina Hingis, ¿un problema de amor?

La tenista suiza Martina Hingis ha decidido retirarse de la práctica activa del deporte que amaba: el tenis. Coincide el momento con la noticia, confirmada por ella misma, de su implicación en un asunto de dopaje. El pasado 29 de junio Hingis pasaba un control. En septiembre conoció que era positivo por cocaína, siendo idéntico el resultado del contraanálisis de la muestra "B" tres semanas después.


                                                                                                                   

Y a partir de aquí ¿qué?. Nos encontramos con las manifestaciones de la suiza: "Dicen que la cocaína sirve para apuntalar la confianza en sí misma y que crea un tipo de euforia. No entiendo. Lo que sí entiendo es que si tratase de pegarle a la bola en un cualquier estado de euforia sería imposible", indica el comunicado que hizo público.


"Yo diría que sería imposible para cualquiera mantener la coordinación requerida para jugar al máximo nivel bajo la influencia de las drogas. Otra cosa que tengo claro es que en lo personal el consumo de drogas me aterra", añadió la Hingis. Explica que, una vez conocidos los detalles de su implicación, realizó un análisis privado, una muestra de su pelo, que respondió "negativo" por cocaína. A la vista de los contrastes, Hingis contrató un abogado que, según el comunicado "encontró varias inconsistencias en el procedimiento del manejo de la muestra de orina" tomada en Wimbledon. "Defectos de forma" en el argot.

Martina acaba de perder en dos sets en el prestigioso torneo británico frente a Laura Granville. Fue entonces cuando le realizaron el control. El resultado está ahí y las consecuencias, también. "Esta acusación me parece tan horrenda, tan monstruosa, que decidí enfrentarla hablando con la prensa", expresó la tenista. "Mi arma en la pista es y, siempre fue, una cosa: el deporte, la ingenuidad. Para este tipo de tenis, sólo hay un producto que mejore el rendimiento: el amor por el juego".

Ante esta realidad, qué cabe hacer: retirarse. Eso es, al menos, lo que ha decidido la suiza. Martina Hingis explicó que su caso tardará años en dilucidarse, y que de todos modos éste era el mejor momento para retirarse. "No tengo las ganas de pasarme los próximos años de mi vida peleando contra las agencias antidopaje. La realidad es que cada vez me resulta más difícil, en lo físico, poder jugar al máximo nivel".

"Además, francamente, acusaciones como ésta no me sirven para estar motivada e intentarlo de nuevo?.

LA TRAYECTORIA

Pase lo que pase, nadie le podrá quitar un punto de mérito a su excepcional carrera. El pasado 20 de septiembre cumplió 27 años. No le queda nada por ganar. Su carrera está jalonada de éxitos. 80 títulos (43 individuales, 37, en dobles). Sólo le faltó el "single" de Roland Garros para completar un irrepetible historial. Acuciada por las lesiones, desapareció del circuito en 2002, pero volvió cuatro años más tarde, cuando el ranking lo ocupaban otras grandes y más jóvenes figuras. Las pistas de Australia, Inglaterra, Estados Unidos y Francia (dobles) conocen sus victorias en el Grand Slam. Ocupó también el primer lugar en la lista de la WTA, la asociación de tenis femenino.

Su presidente, Larry Scott,  al hilo de la noticia destaca que "todas las jugadoras son inocentes hasta que se demuestra lo contrario. Es cierto que el circuito profesional femenino adopta una política de tolerancia cero con los asuntos de dopaje en el deporte y apoya completamente el programa antidopaje del tenis".  La WTA considera a Hingis como una "tremenda campeona y una de las jugadoras favoritas de los seguidores del tenis. En su regreso ofreció un gran nivel deportivo y estuvo entre las mejores", dice, sin olvidar que fue número uno del ránking mundial con cinco títulos individuales y nueve de dobles del Grand Slam a lo largo de su carrera.

Estos deportistas se muestran especiales en sus comportamientos. Dedicados en cuerpo y alma a su profesión, apenas disponen de tiempo para otras cosas. Sin embargo, son de carne y hueso y tienen corazón y capacidad de amar y ser amados. La Hingis no es una excepción. Antes bien, se le atribuyen bastantes romances. Uno muy conocido lo representó un tenista español, joven, de 20 años en aquel momento, Julián Alonso. Martina se enamoró de tal forma, que en 1998, año del romance total, si bien alcanzó las semifinales de Roland Garros y Wimbledon, y la final del abierto de los Estados Unidos, solamente pudo ganar el abierto de Australia.

Su madre y entrenadora, Melanie Molitor, intuyendo que la carrera se le escapaba, le conminó a tomar una decisión: o el tenis o el amor. Martina Hingis decide entonces terminar su relación con Julián Alonso. En el camino aparece el golfista Sergio García, además del tenista suizo Ivo Heuberger, o el romance que mantuvo con el nadador australiano Ian Thorpe. El último ha sido Rabel Stepanek, otro tenista, con el que concluyó su noviazgo el pasado agosto, pese a anunciar la boda. Una mujer de carácter, que tampoco dudó en demandar a la firma de ropa deportiva "Sergio Tacchini",  solicitando una indemnización de 40 millones de dólares porque el calzado con el que jugaba, según ella, le causó numerosas lesiones. La empresa respondió que quien debía pagar era Hingis por los daños y perjuicios causados por el incumplimiento de contratos. ¿Un problema de amor?.

Estamos, por tanto, ante la realidad de una mujer fuerte de temperamento y carácter, muchas veces intratable en la pista. Ha decidido poner fin a su carrera porque los años no pasan  en balde y porque intuye que el proceso de defensa de su honor va a ser largo y complicado. En él va a derrochar esfuerzo, sabedora de que su cuenta corriente le permitirá vivir con holgura. Según los analistas, sus premios rondan los 20 millones de dólares.

Iñaki de Mujika