El color de la liga pintaba blanco desde hace semanas y nadie ha sido capaz de darle una pincelada que hiciera disimular el desenlace. Las jornadas se han desarrollado con regularidad infinita. Que perdía el Madrid, todos le secundaban. Que podía recortarse la desventaja, ésta se ampliaba hasta quitarle al campeonato de Primera División la poca emoción que le quedaba.
El Sadar, ahora Reyno, abrigó alguna esperanza. Gradas abarrotadas, ambiente poco favorable para el campeón, aguerrido Osasuna, necesidad de sumar puntos por parte de los locales…caca, culo, pis. Al más antiguo estilo, con las virtudes tradicionales del oponente, el equipo de Schuster esperó hasta el final. Le asestó un rejonazo al cuadro de Ziganda, que dejó sin voz y muy intranquilo al Cuco.
Para entonces la expulsión de Cannavaro, la lesión de Heinze, un penalti en contra y poco reloj para la remontada, habían diseñado un paisaje poco optimista. Sin embargo, en dos minutos el fútbol se cobró una víctima y oficializó el título de liga. Un cabezazo y una cadena de errores defensivos que aprovechó Higuain le dieron marcha a La Cibeles y a más de 50.000 turistas que a eso de las tres de la mañana estaban levantados y pasaban por allí.
Con tres jornadas por delante, al Madrid le sobran puntos. Cualquier cosa puede pasar, pero a estas alturas del ejercicio, que el segundo esté a "10" y el Barça a "14" ponen de manifiesto que el campeón ha sufrido menos de lo recomendable y pone de manifiesto que la competición se ha alejado bastante de los parámetros que se le aplicaban a priori.
El Villarreal, no acostumbrado a los vértigos, se ha instalado en la segunda posición con permiso de las medianías y gracias a su buena trayectoria en la que Nihat destaca por sus goles. El Sevilla, otrora en la cúspide, no supera muchos trances inesperados (fallecimiento de Antonio Puerta, marcha de Juande Ramos, lesiones de futbolistas carismáticos…). El Valencia es todo él un despropósito (echó a Quique Flores cuando el equipo estaba en Champions). No ha dicho aún la última palabra. Puede empeorar. El Zaragoza diseñó un equipo para volar y se ha apalancado en tierra.
Mientras tanto, en la zona noble asoman vecinos no invitados. El Racing es el mejor exponente. Junto al Almería constituye la confirmación del trabajo bien hecho. El Atleti aspira como siempre a premio, pero sigue sin dar excesivos signos de fortaleza. Levante y Murcia ya han descendido. Queda una plaza y son muchos los aspirantes. Los próximos nueve puntos condenarán a un equipo que no se lo espera.
No ha sido una buena liga. El juego de calidad se ha ofrecido con cuentagotas. Ningún equipo ha accedido a las finales europeas y el equipo de Luis Aragonés para la Eurocopa es una incógnita. Así las cosas, los de Chamartín se divirtieron. En Pamplona, en el autobús que esperaba la salida desde el Reyno de Navarra al aeropuerto, los futbolistas cantaban desaforados. "Raúl, selección". Puntito más de toca pelotas.