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Gonzalo Arconada, el técnico hecho a sí mismo

Me alegra mucho el ascenso del Numancia. Por muchas razones. Es un club ejemplar en cuyo espejo deberían mirarse otros. Estructura sencilla, pero profesional. Líneas maestras, desde las que trazar el camino a seguir, y disciplina. Los sorianos cuentan con uno de los tres presupuestos más bajos de la categoría. No gastan un euro más de lo que pueden y deben. Saben buscar en el mercado para componer una plantilla digna y competitiva.


Así, desde hace tiempo. Con el de ayer suman tres ascensos a Primera División. Esta vez, con Gonzalo Arconada en el banquillo. Le conozco desde que entrenaba al Danak, un preferente guipuzcoano que disputaba sus encuentros en campo de gravilla. Allí sacó rendimiento a jóvenes jugadores que luego se llevó a Irún. En el Real Unión batió todos los record de permanencia en el banquillo unionista, siete temporadas. Alcanzó los play-off de ascenso a Segunda "B" logrando la categoría y la convicción de que había camino por delante.

Los ciclos concluyen. Tolosa y Beasain fueron sus siguientes destinos. Hasta entonces compaginaba su trabajo con el hobby de entrenar. El siguiente paso al frente fue el Sanse, el filial de la Real. Palabras mayores. Le toca adoptar una de las grandes decisiones de su vida deportiva: ser profesional.  Se la juega y apuesta sólo por el fútbol. Horas y horas en la formación personal y en la puesta en práctica del aprendizaje. Las generaciones jóvenes pasan por sus manos y varios futbolistas alcanzan la primera plantilla.

A él le llega también el momento. Últimos días de enero de 2006. El consejo decide el cese de José Mari Amorrortu y opta por Arconada, técnico de la casa.  Nula confianza por la apuesta ya que apenas un par de meses después (23 de marzo), no solo es destituido, sino que además le abren la puerta para que abandone el club. La incalificable decisión desacreditó aún más al equipo directivo iniciando un camino hacia la nada que terminó con el equipo en Segunda y todos en su casa, apenas quince meses después.

Gonzalo sufrió como nunca. El club de su alma le acaba de asestar una puñalada trapera. Lo quiso dejar todo, pero se rehizo. Deambulaba por calles y plazas, con la mirada perdida, reflexionando y tratando de encontrar razones serias para entender lo que le había sucedido. Finalmente, optó por seguir. Su destino, de nuevo, la Segunda "B". Iba camino de León, pero se cruzó el Burgos y se quedó en El Plantío. Los castellanos jugaron el play-off, y sólo una prórroga final en Sevilla con un gol en las postrimerías del último acto le privó de la oportunidad del ascenso.

Para entonces, Carlos Lasheras, director deportivo en funciones del Alavés, le había cercado y ganado para el proyecto "post-Pitermann". El placet estaba concedido. Sólo quedaba esperar el tiempo para que todo el problema interno del club babazorro se resolviera. Pasaban los días, semanas, sin que la operación se cerrase. Es entonces cuando aparece el Numancia. Pauleta, director deportivo, confía en él y le hace la propuesta. Consulta. Hace llamadas para informarse y conocer el valor real del vestuario. Resueltas las incógnitas firma su contrato.

En ese equipo hay futbolistas veteranos, de la cosecha del 74. Jugadores curtidos en mil batallas. Palacios es el capitán y el hombre de confianza. Nagore, Bolo, Aragoneses, Sietes…la experiencia. Luego, Jacobo, Boris, Beranger, Brit, Julio Alvarez, Del Pino, Quero…El objetivo del club es la permanencia. El técnico no conoce la categoría porque debuta en ella, pero utiliza las armas de siempre. Vestuario fuerte, grupo unido, trabajo, humildad y disciplina. Mete las horas que haga falta. Al mediodía no come. Se lleva un par de manzanas a las oficinas del club, mientras prepara vídeos, información de los rivales, etc. Así, una y otra semana.

Las iniciales dudas de todos se convierten en plena confianza. El equipo avanza a pasos agigantados hacia un premio inesperado. Los sorianos comprueban la veracidad del proyecto y celebran un nuevo ascenso. El mundo da muchas vueltas. El fútbol, más. Arconada es hoy un hombre feliz. Pocos minutos después de ascender, desde la euforia del vestuario,  envió a unas cuantas personas un mensaje personal. Espero que no se enfade por escribir aquí el contenido del mismo: "En un día tan especial, mi más sincero agradecimiento por tu apoyo, principalmente en los momentos difíciles. MIL VECES GRACIAS!!!!. Un abrazo. G. Arconada".

A partir de ahora, el futuro. Sin arrepentimiento, ni rencor. Hecho a sí mismo deberá decidir entre quedarse (el contrato vigente así lo contempla), o esperar posibles cantos de otras sirenas. 

 

Iñaki de Mujika