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Necesito un psicólogo que me comprenda…

Hoy, como casi todos los mortales, me pasaré la tarde mirando a Málaga con la sana esperanza de que el Cádiz saque las mismas fuerzas con las que nos recibió en el Carranza. Es lo que queda para no permanecer electrizados por el shock que ayer recibimos tras la descarga del empate a uno. ¡Menos mal que dicen que los partidos están comprados!


Necesitaría a estas horas los buenos consejos de Miguel Morilla, el jefe de los trece psicólogos que el Sevilla C.F. destina a todos sus equipos y jugadores. Preparó una lección magistral el pasado viernes en la nueva y flamante sede de la Federación Guipuzcoana de Fútbol.

Durante más de dos horas ofreció un compendio de realidades. La primera conclusión que obtuve es fácil: "Nada sucede por casualidad". Incluso, creí entender que la suerte no existe. Nada se deja a la improvisación. Desde los prebenjamines hasta el primer equipo, las cosas están pensadas, meditadas y estructuradas. Sana envidia. El Sevilla goza de muy buena salud, deportiva, económica y social. La charla de Morilla iba destinada a los entrenadores del fútbol guipuzcoano.

¿Saben ustedes cuántos técnicos de antes y de ahora, pertenecientes a la Real Sociedad, acudieron a la cita? Efectivamente. Lo que se imaginan. Cantera ejemplar la sevillista que medirá sus fuerzas con los juveniles de la Real en esta eliminatoria que les enfrenta. Hace nueve años vivían en Segunda y en bancarrota. El orden y la disciplina emanada de la gestión de su presidente han obrado el milagro. Me gustaría que nos sucediese lo mismo. ¡Estamos tan lejos!

Nos quedan dos semanas para conocer finalmente el destino. No nos sobra la suerte. Ayer vimos penalti en una entrada que Martí asumió como decisiva en el área charra. Otro árbitro se hubiese lanzado al punto fatídico. Pérez Lasa en vestuarios me negó la posibilidad de que la falta existiera y el propio jugador balear la calificó de dudosa. Antes, anduvimos cabizbajos, meditabundos, con la losa puesta, como si la felicidad no fuera posible, y con una nariz rota. La de Gari Uranga. Posiblemente, falte a la cita del próximo domingo en Gasteiz.

Nos espera el Alavés. Necesitado de puntos como nosotros. Partido de cuchillo en boca, sin respiro. La grada jugará su papel como ayer. Los aficionados necesitan oxígeno para pegar la penúltima voz de aliento. ¿Será gafe no haber realizado ayer el saque de honor? Para esto y para lo otro, necesito un psicólogo que me comprenda.

Iñaki de Mujika