Los fines de semana, en deportes, pueden ser buenos, malos, regulares y normales. Depende de los resultados. Sobre todo, de los resultados. El partido del Bernabeu, Real Madrid-Numancia me daba bastante igual. Mi único punto de atención o interés venía dado por cómo les fueran las cosas a los Palacios, Nagore, Boris, Goiria, Brit y cía. Jugadores que defienden con orgullo la camiseta humilde de los sorianos y a los que conozco hace unos cuantos ejercicios..
Además de ellos, con luz propia, brilló un golazo de José Javier Barkero. El atxabaltarra golpeó con su buena pierna izquierda un balón que Casillas no pudo atajar. El tanto ha dado la vuelta por todas las televisiones, porque se consigue en un campo mediático como el Bernabeu en el que las cosas cobran mucha más repercusión. Era el 1-2 y aupaba el interés por la marcha de un partido, en principio poco abierto a sorpresas.
Barkero es uno de esos futbolistas de cantera, campeón del mundo con la Sub-20 en 1999, que perteneció a la plantilla de la Real Sociedad. Quizás llegó muy pronto. Quizás había mucha competencia. Lo cierto es que las opciones de jugar y brillar no le sobraron. Tampoco la confianza de sus técnicos. Pasó cedido por las filas del Toulouse y Éibar, antes de cerrar su etapa con el club de Anoeta.
Luego, volver a empezar. Desde cero y con la sensación de que las cosas no pueden mejorar. Sin embargo, en dos temporadas, volvió a reivindicarse. Se ganó la titularidad y con ella la posibilidad de disfrutar y de marcar buenos goles. Sus golpeos en las jugadas a balón parado son signo de eficacia y sus centros en carrera ofrecen a los terminadores excelentes pases de gol.
El acierto y la calidad no pasaron desapercibidos para los equipos. El Numancia se fijó en él y le ató para su proyecto futuro -el actual- en Primera División. Hoy es el día en que Barkero juega en Primera. Es la primera vez que disputa un partido de campeonato en el Bernabeu. Y allí, precisamente allí, diseña un golpeo espectacular que termina en el fondo de la red de uno de los mejores porteros del mundo.
La competición enseña y pone a cada uno en su sitio. Paradojas del destino. El club que no terminó de confiar en él milita en Segunda División. El futbolista desahuciado de la élite disfruta en la máxima categoría. En su cabeza cabrán muchos pensamientos. Ni una mala palabra, ni un ápice de rencor. Esa es su grandeza, además del acierto de un gol que pasará a la historia de sus éxitos. Me alegro enormemente.