Manolo Preciado, entrenador del Sporting de Gijón, compareció en rueda de prensa después de que su equipo dejara al Depor con las vergüenzas al aire. El 0-3 que su escuadra logró en Riazor desembocó en un parlamento lleno de realidades. "Ni cuando nos metieron 13 goles en dos encuentros éramos la última mierda que cagó Pilatos, ni ahora que ganamos tres partidos seguidos somos el Bayern Leverkusen", puntualizó sin pestañear.
Inmediatamente trasladé la idea al momento que nos toca vivir. La Real inició el campeonato convencida de que su suerte cambiaba. La pretemporada fue una sucesión de positivas sensaciones que se trasladaron a la liga. Buen fútbol, buenos resultados, buena marcha. Pero los procesos sufren menoscabos y situaciones inesperadas que no pueden entrenarse. En dos tacadas, el equipo perdió sus referentes y desde entonces no levanta cabeza.
Los futbolistas han dejado de creer en ellos mismos que es lo más grave que les puede pasar. Salen al campo, viven las situaciones, pero se masca que conviven con la duda. No es normal que un equipo que juega en casa y marca dos goles, no sea capaz siquiera de empatar. Encajó tres y pudo caer alguno más. La jugada referencial de lo que escribo se produjo justo después del empate de Iñigo, cuando los castellonenses, que debieran estar tocados por el impacto de gol, se fueron arriba como si nada. Apareció, como estaba previsto y anunciado, Manuel Arana. Dos goles y una sentencia que maquilló el tanto de Imanol Agirretxe.
No suelo bajar a la sala de prensa. Menos aún, escuchar a los entrenadores. Ayer sin embargo quise oír y ver a Juanma Lillo. Las preguntas llevaban un fuerte tufo de depresión. "No podemos caer en el pozo del desánimo y de las decepciones. Nuestra preocupación es ahora el partido con el Nastic. Es una ocasión para restablecernos. Nada más." explicaba el tolosarra. La procesión, es obvio, que la lleva por dentro. Sabe que su equipo es hoy un ejercicio de limitaciones. Está en la fase de las caquitas de Pilatos. Le dura bastante la purga. Necesita cuanto antes el rencuentro con las buenas vibraciones, con aquellas que determinaron un comienzo de liga en la buena dirección. La que ahora parece perdida, la del Bayern Leverkusen.