La Real Sociedad se encuentra en proceso concursal. Su horrenda situación económica le llevó a una situación compleja con la que no es fácil convivir. En los últimos meses han pasado cosas y a partir del próximo viernes se abrirán nuevos caminos. Los administradores presentarán al juez su informe y, en función del contenido, éste decidirá.
Hasta ahora se instala el rumor. Quienes desean que el presidente Badiola salga cuanto antes de la sociedad, ansían que el juez le inhabilite y se abra el melón del futuro. Los que disponen de experiencia en estos asuntos discrepan sobre la posibilidad de que se llegue a ese punto. Los administradores deberán decicir sobre si solicitan la salida del presidente por incompetente. Si así fuera, a ellos les corresponderá gestionar los destinos del club. Por su parte, los desencantados, que son muchos, saben que algo debe suceder, pero ¿qué?. Es tal el esperpento que no se atisba un futuro esperanzador a corto plazo. Quedan finalmente los "badiolistas", aquellos que se mantienen fieles al presidente, defendiendo que la situación actual no responde a decisiones adoptadas en los diez meses que lleva al frente de la Real.
Suena el teléfono de unos y otros. Reuniones más o menos clandestinas. Papeles e informes sobre los cuales resolver situaciones que sin duda se van a plantear en los próximos meses. La primera embestida, con cuernos y todo, llegará a finales de diciembre, si el presidente actual sigue. La obligada Junta General de Accionistas deberá aprobar un presupuesto, pero se intuye que los accionistas mayoritarios dirán que no y todo se parecerá a un caos, tan grande como el hecho de que personas influyentes se hayan atrevido a decir que el equipo pierde partidos voluntariamente para echar al presidente.
Mientras todas las partes implicadas no se sientan, sin condiciones, en una mesa para analizar la situación con frialdad y no se llegue a un consenso sobre el futuro equipo rector, no será posible resolver los problemas y buscar la salida. Me entra pánico cada vez que alguien me da un nombre del pasado para liderar un proyecto de futuro. ¿No les bastó con un fracaso?. Pero, como no es posible ir más deprisa que el tiempo, sólo estoy a la espera del viernes.