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“Las Mariquillas” escondidas de Albacete

Zigor Aranalde se ocupó de mi en Albacete. El bravo lateral de Ibarra defiende ahora los colores del Almansa, al pie del precioso castillo que preside la ciudad y por ende el campo de fútbol. Pasó muchos años aquí. Se enamoró de Begoña y ambos son padres de un niño que domina el inglés, una de las cosas positivas de su paso por Walshall o Carlisle, destinos en los que jugó su aitá.


Cuando viajas a un lugar no preguntes y déjate guiar por los que allí viven y saben. Para llegar a "Las Mariquillas" se recorren unos kilómetros desde la capital manchega. Es un chiringo familiar de esos perdidos, junto al Júcar. Sólo ellos. Ni un edificio más. Allí se juntan pescadores que van al río en busca de truchas y cangrejos. Nos recibe Isidro el patrón a quien ayudan sus hijos. No esperamos ni cinco minutos para ver llegar una ensalada y seguida una paella hecha sobre leña. Me gusta comer sólo el arroz, sin tropiezos. Zigor disfruta con las manos en la masa. ¡No quedaron ni las raspas!. Café y al fútbol.

En un momento de respiro, el dueño del negocio nos enseña una revista de moda, con Aitor Ocio de protagonista, luciendo palmito, buena ropa y complementos. El vitoriano posa con clase. "¿Le conoces?", me pregunta Isidro. "Sí", respondo. "Dale recuerdos de mi parte". "Se los daré". Le enviaré un mensajito, un SMS, para que sepa que aún le recuerdan y le quieren.

No sabía que Aitor hubiese jugado en Albacete. Zigor recuerda el año (1999) en que convivieron juntos. Se nota cuando los jugadores han vivido buenas experiencias y relaciones, porque disfrutan narrándolas, mientras aparecen algunas chiribitas en sus ojos. ¡Cuántas trayectorias y qué distintas!.

Por lo demás, Albacete sigue siendo esa ciudad en la que se ven más mujeres que hombres. Sobre todo, de noche. ¡Cómo salen!. Dicen que hay crisis. Debe haberla, pero fue imposible cenar la noche del viernes. Lleno éste, lleno aquél, lleno el otro. En la desesperación llamé a Jose Barkero. "Aldente y dí que vas de mi parte". ¡Ja!. Fuimos. Ni una mesa libre y gente haciendo cola. Terminamos en una parrilla argentina que ofrece igualmente cocina italiana. El chorizo criollo con chimichurri me repitió toda la noche y parte de la mañana siguiente.

Como todo está céntrico, las copas son fáciles. "Gabanna" constituye la primera estación. ¡Gin tonic de Tankeray en copa ancha!. Nos sacan gominolas para picar. Música marchosa y escotes, muchos escotes. Pese "al bajo cero" del exterior. La siguiente parada, pared con pared, nos lleva a "Elguá". En la puerta una chica de 1.85 nos da un ticket con el que conseguimos dentro un descuento. Más gin y más gominolas. La música gusta menos y casi todos son tíos. ¡No se alegra tanto el ojo!. A partir de ahí, "silence is golden".

Con esto que te cuento, quizás no deba decir que la vida del enviado especial es dura. Lo es, porque en el campo del fútbol se truncan las cosas. Hace un viento que te mueres y un frío que te llega hasta allí donde te imaginas. Agradezco su hospitalidad a Vicente Albuger (Radio Chinchilla) y a Antonio Sánchez (COPE Albacete). Si no, a estas horas ya había cascado. El partido se perdió 2-1 y todavía me pregunto cómo es posible que un equipo nos gane, sin haber tirado a puerta. Pero esa es otra historia que aquí no cabe. 

 

 

Iñaki de Mujika