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El penalty que permite discrepar…

Anoche hubiese necesitado tres televisiones al mismo tiempo. El mando se volvió majara. Tuvo trabajo extra, porque le di picotazos sin parar. Se disputaban tres partidos de fútbol. Compré el Numancia-Athletic y enganché el Real Madrid-Getafe. Durante el descanso sonó el móvil. Al otro lado, Iñaki Aizpurua, adscrito a la secretaría técnica del Levante: "¿Estás viendo el Liverpool-Arsenal?. Van 0-1 y el portero londinense Fabianski se está saliendo".

Incorporé este tercer encuentro al repertorio. El fútbol inglés ofrece hoy cosas que los demás no se atreven. El segundo tiempo se convirtió en catarata. ¡Siete goles! hasta firmar un empate a cuatro que no le beneficia mucho al Liverpool en su lucha por el título de la Premier. Arshavin les empaquetó cuatro goles confirmando que los grandes futbolistas responden en todas las ocasiones.

Mientras el partido de Soria perdía emoción e intensidad, el de Madrid crecía. Cada vez que cambiaba de canal, pasaba algo en los escenarios. Los coincidentes finales de encuentro se convirtieron en locura. Llegó entonces el momento del Bernabeu. El penalty de Pepe, las patadas a Javier Casquero y la forma de lanzar el penalty. Le considero un excelente golpeador de pelota. Alguna vez he debido cantar alguno de sus goles, porque en el camino (Sevilla, Racing o Getafe) nos enchufó alguna.

Sin embargo, me resulta inexplicable que se jugara el lanzamiento del modo en que lo hizo. "Al estilo Panenka", por el medio y sin fuerza. Casillas detuvo el balón como si llamase a un taxi y el Getafe perdió la gran oportunidad de ganar por esa discutida elección.

Más tarde abrí el ordenador y crucé mensajes con Paúl Abásolo, jugador del Real Unión. Decía: "Hoy me he enamorado de Casquero!!!!…¿Personalidad o locura?. No sé, pero me encanta!!!". La reacción fue inmediata: "Te puedes enamorar de Arshavin o Fernando Torres que hoy se han puesto las botas. Yo soy el entrenador del Getafe y lo forro a ostias. Ni personalidad, ni locura, Paul. Irresponsable!!!!!, escribí con firmeza.

Sabía que iba a recibir contestación: "Pero vamos a ver, Iñaki…encuentra el significado de tirar un penalti en el 90, con el Bernabeu lleno y jugándose el descenso….HUEVOS…..soy un romántico del futbol…simplemente!". Lo dejé ahí porque le respeto.

Sin embargo quiero revivir aquí un momento de esta misma temporada. El Real Unión se enfrentó en la Copa al Real Madrid. Le ganó 3-2 en la ida de Gal y afrontó la vuelta ante sesenta mil espectadores. Nadie daba un duro por nosotros, porque lo normal era quedar eliminados. En aquellas circunstancias buscabas resquicios a los que agarrarte y creer en la sorpresa y no encontrabas ninguno sólido.

La primera evidencia llegó en el minuto catorce. Paúl Abásolo recibió un buen pase, ganó la posición y superó a Dudek tomando la mejor decisión. Posiblemente, por su cabeza pasaron en décimas de segundo mil posibilidades. Acertó y abrió con su eficaz remate el camino de un éxito imborrable. Corrió hacia el banquillo y se abrazó con su entrenador. Si hubiese fallado, a estas horas, tal vez, hablábamos de otra cosa.

Probablemente, Casquero (casi 200 partidos en Primera División) se sentía aturdido por las patadas recibidas y no ejerció el habitual protocolo. En sus botas estaban, al menos, la salvación de su equipo y el título para el Barça. Casillas fue más fuerte que él. La acción se analiza desde diversos ángulos. Unos se indentifican. Otros, no. Esa es la grandeza. La generan los buenos jugadores, aquellos que son capaces de diseñar un paisaje diferente. Paúl es de esos, de los inesperados a los que todo el mundo espera y desea.

Iñaki de Mujika