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Miguel Santos

Miguel Santos,ya expresidente, recibió anoche la insignia de oro  y brillantes de Gipuzkoa Basket durante el descanso del último encuentro que los guipuzcoanos disputan esta temporada en Illunbe. El que cierra la liga les llevará en una semana a Málaga. No faltó nadie, porque todos debían reconocer con su presencia lo que este hombre ha hecho por el deporte del territorio. La clase política, que en algún caso se atrevió a pedir el voto para su rival, asume hoy la eficacia del proyecto y la gestión.

 


Insignia merecida. ¡Qué duda cabe!. Le conozco desde hace muchos años. Casi, casi, nuestras vidas son paralelas, porque ambos comenzamos nuestra andadura al mismo tiempo. Apenas cien metros nos separaban. De vez en cuando, iba a su despacho para enterarme de algún fichaje, u orientarme por dónde iban los asuntos.

Empezó casi de la nada y llegó al norte a velocidad de crucero. Desayunaba en su casa, comía en La Coruña y cenaba en Valencia. Así a lo largo del tiempo  en el que debía ser profesional las veinticuatro horas del día. Se dejó la vida en el camino, llamando a las puertas de los despachos de gerentes y presidentes buscando acuerdos para los futbolistas y entrenadores que representaba.

Se ganó el respeto. De él aprendí cosas y me quedé con ideas. Las he contado muchas veces y se las recordé en una reciente entrevista que compartimos en el plató de Gipuzkoa Telebista. "Sentimiento por los colores, ruina familiar". Es decir, que si te dejas llevar por el corazón, más que por la razón, perderás la buena oportunidad de aceptar lo que sea mejor para tu vida. Añado de mi cosecha que "lo que hagas en el camino por los demás, nadie te lo agradecerá cuando pongas fin a tu carrera. Serás lo que hayas ganado en lo personal y en lo material".

Otra de las frases que me impactaron se relaciona con la capacidad de relativizar: "El periódico de hoy envuelve el bocadillo de mañana". Explica la idea del impacto que hoy produce una noticia o información, que se convierte en historia pocas horas después.

Esa velocidad de crucero, su agresividad e imaginación en la gestión de las operaciones pudo convertirle en el "enfant terrible" de los representantes. Ganó e hizo ganar mucho dinero a clubes y futbolistas. Quiso y debió ser presidente de la Real Sociedad, cuando el consejo que presidía José Luis Astiazarán puso fin a su gestión.

Santos fue de cara y le dieron hasta anestesiarlo. Una indigna campaña mediática, a la que se sumaron muchos de los que hoy le añoran, le apartó de la posibilidad de ser presidente. El tiempo enseña y hoy ser mandatario de un club exige algo más que buena voluntad. Los despachos de un club deben echar humo y lamentablemente, desde entonces, aquí no hay ni cerillas para encender la hoguera. Apartó de sí la tentación de ser oposición y buscó el camino de sus orígenes: el basket. Antes, ciertamente, compareció en una dura rueda de prensa en la que no se mordió la lengua:

«Nos hemos acostumbrado a que el presidente esté en una diana y es la causa del desastre. Estamos metidos en un mundo de locos en el que todo es opinión. Ustedes por lo menos firman con su nombre y su cara, pero detrás de los foros hay una locura. Se dicen barbaridades y luego pasa lo que pasa. Es horrible. Me siento avergonzado por haber vivido un bochorno como el de la Junta del pasado 30 de junio. El culpable es el Consejo saliente. He sido maltratado. He sido omitido, criticado. Una falta de respeto. Y no lo digo por mí. Fuentes se marchó sin pedir perdón a Malvido. Maltrató a un miembro de mi candidatura. Fuentes no fue un líder, fue un títere. El Consejo de Denonerreala no ha sido de todos, ha sido un ghetto. Felicito a Fuentes por irse antes de los cinco años, pero se tenían que haber ido todos a la vez. No es nada personal, pero critico su gestión. No ha sido un líder. Ha estado condicionado».

En el interim construyó y gestionó un proyecto que devolviera al baloncesto guipuzcoano los oropeles perdidos. En dos años lo situó en la ACB. Tras el descenso y la enseñanza aprendida, se asumió el reto del ascenso. En una temporada se regresa a la categoría perdida. El club se convierte en sociedad anónima y logra su permanencia. Anunció con tiempo el relevo y Gorka Ramoneda es hoy el presidente que le impuso la insignia merecida. Gipuzkoa Basket lleva hoy en torno a las 9.000 personas a Illunbe y es un club que se ha ganado el respeto.

La culpa es de Miguel Santos y su grupo. Reconoce que la suya es una gestión presidencialista. Me quedo con las ganas de saber qué destino hubiese llevado la Real Sociedad con él. Los accionistas mayoritarios lo impidieron. Temo que oportunidad perdida, porque en esa entrevista dejó bastante claro que su futuro apunta a otros horizontes. Con la satisfacción de las cosas bien hechas y los objetivos conseguidos, cuenta con toda la libertad de seguir eligiendo camino.

Iñaki de Mujika