Thierry Roland es un periodista que ha transmitido todos los avatares de la selección gala de fútbol durante décadas. En la TF1, acompañado por Jean Michel Larqué y algunos entrenadores de postín como Wenger o Roux, llevó a los hogares franceses la emoción del juego y la personalidad de sus comentarios. Fiel al equipo nacional le siguió con todas sus fuerzas y creyó firmemente en las posibilidades de éxito. Defendió sin duda al seleccionador nacional Aimé Jacquet, cuando la corriente mediática general le atizaba desde todos los frentes. Eran los tiempos del Mundial 1998. Francia llegó a la final y se la ganó a Brasil. Las primeras declaraciones que hizo el técnico fueron apocalípticas. "No les perdonaré jamás", en referencia a las críticas que le habían llovido.
Pocas horas más tarde, los espectadores asistían en exclusiva al mano a mano que Thierry Roland mantuvo con el entrenador en una entrevista inolvidable. Premio a la fidelidad y a la confianza. La noche anterior ambos vivieron su sueño. Su equipo ganó el campeonato y lo celebraron. La narración y las vivencias se mezclaron con los sentimientos y las pasiones. Todo junto concluyó con una imagen irrepetible. Las cámaras traicionaron al periodista y, cuando la transmisión concluía, en un divertido plano nos enseñaron al profesional de la televisión con una monumental peluca pintada de azul, blanco y rojo. En ese momento acuñó la frase: "Después de haber visto esto, ya puedo morir tranquilo"
Hoy, cumplidos los 72 años, sigue al pie del cañón. No en el primer canal, porque le jubilaron en 2005, sino en la cadena rival "M6". En la mochila de su trabajo se suman más de mil partidos de fútbol, siete mundiales, otras tantas Eurocopas y no sé cuantos Juegos Olímpicos. Admirable. ¿Se preguntarán a qué viene esto?.
No atesoro ni de lejos el bagaje de Roland, pero sé que voy camino de los setecientos partidos transmitidos siguiendo a la Real. He dado la vuelta a España no sé cuantas veces y he viajado por Praga y Estambul, Turín y Wroclaw, Stuttgart y Lion, Moscú y Lisboa, Colonia o Belgrado. Sin embargo, mi sueño era otro. Desde que comencé esta carrera profesional quería vivir un partido como el de anoche. Se trataba de hacer convivir en la misma coctelera la profesión, los colores, los sentimientos, los deseos, los recuerdos, las vivencias, las personas queridas de ambas formaciones, la presión, el miedo, la esperanza…Uff, no sé cuantas cosas más. Con la idea de saber qué pasaba y disfrutar de un partido diferente me instalé en la cabina de siempre.
Decepción. No hubo encuentro. Los realistas jugaron a placer y ganaron sin despeinarse el choque más fácil del campeonato. Será difícil que encuentre más comodidades en la defensa contraria que las que ayer ofrecieron los de Iñaki Alonso. Seguro que los unionistas llevaban en la cabeza un paisaje, que no era el que la grada divisó sobre el césped. La Real sale reforzada del envite, líder solvente por su triunfo y otros resultados que acompañan su proyecto. Todo lo contrario que los irundarras a los que el derby les sabe a duelo.