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Córdoba, la bella

Madrugamos. Córdoba lucía hermosa como siempre. Si quieres llegar a todos los rincones, debes levantarte pronto y andar. Andar mucho y despacio. Preparan las procesiones. Las calles se van disponiendo para los desfiles con las granas tribunas de madera alineadas y las sillas esperando el momento de ser ubicadas en los palquillos. Las casas lucen en sus balcones los pendones y las colgaduras que tiñen de morado los enrejados. Luz y cielo azul.


Fresca mañana de sábado. El taxi nos acerca hasta la puerta de la Mezquita. Abren a las diez. Nos da tiempo a desayunar antes. Antojo de churros. Como siempre. En la Calle de los Deanes hay muchas tascas. Una de ellas dispone de un patio sencillo con mesas de madera y sillas de mimbre. Zumo, café con leche y churros. Cargadas las pilas, nos espera El Patio de los Naranjos. Han llegado grupos de todos los idiomas. Pasan por taquilla como nosotros. Ver la mezquita cuesta ocho euros. No hay límite de tiempo. Con la cámara digital hago fotos de todas las esquinas, columnas, dovelas y colores. Recordé la última vez y la anterior con Javi Gracia e Iñaki Berruet cuando jugaban en el equipo andaluz. El monumento es grandioso e incomparable. Cada visita me gusta más, porque descubro rincones llenos de arte e historia.

Posamos ante el objetivo en todas las esquinas, incluso bebiendo agua de los caños de la fuente. Nos reconocen seguidores del equipo realista que quieren fotos de recuerdo. Por la calleja cercana subimos a la Plaza de las Flores, rincón emblemático desde el que se aprecia la grandeza de la aguja catedralicia. Los geranios lucen rojos sobre los tiestos esparcidos y abigarrados por las blancas paredes. Huele a primavera. Llenos de coloristas sensaciones caminamos hacia las céntricas Tendillas, la plaza con la estatua ecuestre del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba. Un cortadito en la terraza del Siena y otra vez a patear hasta la cercana iglesia de San Nicolás de la Villa. Celebran misa y espera un bautizo en la víspera de Ramos.

La Plaza de la Corredera es inmensa. Recuerdo una tarde con el balonmanista Jorge Cortés, sentados en un velador dando cuenta de un salmorejo exquisito. El cielo entonces se tornó negro, dibujando rayos y truenos, antes de un chaparrón monumental que nos empapó. Esta vez, la luz deslumbraba y la temperatura invitaba a desprenderse de la chaqueta matinal. Hemos andado bastante, pero queda más. Buscamos el río, el Guadalquivir, el grande de los árabes. Al fondo, la torre de la Calahorra. Lleva agua, más que nunca. Las lluvias del invierno son las culpables. Cerca de allí, la calle de los Lineros. Mikel Antía y otras gentes nos recomiendan Bodegas Campos.

Nos sitúan en El Salón de los Ganaderos en donde se rinde homenaje a los ganaderos de reses bravas de Córdoba y su provincia, con el retrato del fundador y la divisa del hierro de cada ganadería cordobesa. Precioso. Vamos a compartir el picoteo y luego cada uno que pida lo que quiera. No hay dudas. Primero, jamón. Sabe a gloria. Viene acompañado de unas tostadas con tomate formidables. Delicada también la ensalada de perdiz escabechada. En la mesa aparece un rabo de toro deshuesado con cremoso de patata, aunque yo me apunto a una presa ibérica que hace años descubrí en Jerez y que sólo repito en Andalucía. Llegado el postre, no renuncié a un famoso helado de naranja al aceite de arbequina, compitiendo con un pastel de manzana tras el que se me iban los ojos. Café y una copa de Pedro Ximénez detalle de la casa. Si no llega a ser porque debo transmitir un partido y hay que medirse, hubiese soplado un gin-tonic en toda regla tal y como sucedía en la mesa de al lado. Excelente servicio y música de Semana Santa como ambientación.

Gorka no conocía Córdoba y estaba encantado con las vivencias. Faltaba el fútbol, el partido. Siempre algo jorobará la fiesta. ¡Pues, eso!. Horror y derrota. No perdimos el hambre y despedimos el día y la ciudad desde la taberna Salinas, fundada a finales del Siglo XIX. Famosísima y solicitadísima. Toca esperar hasta que te dan mesa. Lleno hasta la bandera. Otra vez jamón, pero esta vez con unas berenjenas a la miel, un revuelto Salinas y boquerones fritos adobados, que no pudimos terminar. Bomboncitos fríos y rellenos para despedirnos de esa ciudad que Antonio Gala llama Córdoba, la bella.

Datos de la ubicación:

Bodegas Campos. Calle de Lineros, 32. Córdoba. Tf.-957 497500

Taberna Salinas. Calle Tundidores 3. Córdoba. Tf.: 957 48 01 35

 

 

 

Iñaki de Mujika