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¡No hicieron falta pañales…!

Los niños de antes nacían y chupaban teta. Leche materna. Más tarde, cuando ya andaban y empezaban a hablar se bebían vasos también de leche, pero de las vacas de caserío que llegaba en aquellos carros tirados por un caballo que aguantaba el peso de las marmitas y la mala gaita del cochero/a. Los críos eran rollizos y sonrosados. No había uno escuálido, ni transparente. Y como a alguien se le ocurriera decir que no tenía hambre, le enchufaban una dosis de aceite de ricino o de hígado de bacalao que comía por decreto. Cuando llegaban a la edad juvenil y se oficializaba su presencia en los equipos (no había categorías menores) afrontaban con ilusión y firmeza el reto de cada temporada.


Los campos eran de aquella manera y el barro llegaba hasta la entrepierna. Los únicos borceguíes que ofrecía el mercado eran los que cosía el Sr. Gabán. Debían durar toda la temporada. ¡Si en aquel tiempo hubiese aparecido alguien con botas naranjas, rojas o lilas…de maricón para arriba!. Los balones empezaban los partidos pesando medio kilo y terminaban el doble. Pese a ello, los futbolistas arreaban y salían vivos de las grandiosas batallas de Arana, Alzibar, Latxartegi, Iturripe, Lerun, Etxebarrieta, Txantxilla, Larzabal…historia viva del fútbol guipuzcoano que las nuevas generaciones desconocen. ¡Eran duros como la piedra!.

Luego llegó el Pelargón, el Celac y el Cola Cao. La leche dejó de ser leche, porque ya no traía nata y los niños empezaron a ser un poquito remilgosos. A las botas les pusieron marcas y a los balones, colores. Las camisetas iniciaron el camino del diseño y los futbolistas se federan desde la tierna infancia. Llegaron los yogures y los planes de educación determinaron que los niños debían soplar la flauta, cuando antes lo único que te podían soplar era una ostia. Del cambio social, de los mayores recursos, de la implantación de la técnica, la medicina, la preparación física, los ordenadores y demás, ha salido un jugador de laboratorio. Distinto.

Se trataba ayer de saber cómo saldrían los nuestros. Respuesta inmediata. ¡No hacían falta los Dodotis!. Al poco de comenzar, Aranburu marcaba con la izquierda y ponía al equipo en la buena senda. Desde Riesgo hasta Agirretxe, pasando por Zurutuza y Nsue, todos en la alineación inicial y todos con muchas ganas. Quedaban, como siempre, los elementos no entrenables. El cántabro Teixeira es de los mejores colegiados de la categoría, pero ayer olió demasiado a chamusquina y perdió puntos en el camino del ascenso personal. Demasiado casero y bastante dominado por las protestas del público. Se equivocó con el capitán realista y lo mandó al vestuario a destiempo e injustamente. A la Real le cortaron las alas. Tocaba trompeta y defensa muy arropada. Un punto que se da por bueno, como la derrota del Levante y otros tanteos que nos mantienen vivitos y coleando. ¡Se buscan centrocampistas para el sábado!

Nota: Le prometí a un amable lector y socio de la Real que recogería aquí su protesta por el hecho de que se les cobre medio día del club con la visita del Rayo. Acuñó esta frase: "Yo estuve allí, pagando". Escrito queda.

Iñaki de Mujika