elbeaterio.es

Tres años inolvidables y durísimos

Bajé con parsimonia las escaleras de Mestalla, mientras en mi interior luchaban por imponerse una cabeza fría y un corazón apesadumbrado. La Real acababa de descender a Segunda División. ¡17 de junio de 2007!. Esa misma semana hablé con mucha gente. Todos conocían de sobra lo que se cocía. Un responsable deportivo de otro club me dejó las cosas claras: "No te ilusiones, Iñaki, no tenéis nada que hacer". El equipo afrontó el partido con la esperanza frenada. El Athletic ganó al Levante y el Betis hizo lo propio en Santander. Necesitábamos ganar y sólo pudimos empatar a tres goles. ¡Consumatum est!.


Aquel partido lo afrontaron Riesgo; Gerardo, Ansotegi, Víctor López, Rekarte; Juanito, Garitano; Estrada, Díaz de Cerio, Savio y Kovacevic. En el banquillo: Mikel González, Novo, Aranburu, Herrera, Stevanovic, Mikel Alonso y Ximun. Pocos años antes habíamos vivido una situación parecida, aunque el objetivo era bien distinto. Peleábamos por ganar la liga. Costó hacer las entrevistas después del palo. Rozamos el título con las yemas de la mano. El subcampeonato, siendo espectacular, no llenó las alforjas. En Valencia fue todo mucho más difícil. ¡Horroroso!. No recuerdo quiénes fueron capaces de articular palabra y detenerse ante los micrófonos para expresar lo inexpresable, juntar palabras al vacío.

Los enviados especiales estábamos apostados, como siempre, detrás de una separadora valla amarilla. Por delante de ella, como tantas veces, desfilaban los futbolistas y el resto de expedicionarios. Sólo se oía el silencio. Casi nadie se detenía ni miraba. Pasaron gentes emocionadas, con lágrimas en los ojos. Inconsolables. Recuerdo a personas que sienten la Real como Juantxo Trecet, Mitxelo Olaizola, destrozados. También, al jefe de prensa Andoni Iraola. Se vino abajo al encontrarse con nosotros. Nos abrazó. Los pocos que estábamos hicimos una piña, tratando de apoyarnos. Lo recuerdo como si fuera ahora.

Nos vimos en Segunda por culpa de nuestras incapacidades y de los contubernios ajenos y orquestados que precipitaron la caída. A la salida me esperaba Jose Javier Barkero que había acudido desde Albacete a ver el partido. Volvía a casa. Entré en su coche e hicimos juntos el viaje de vuelta. No quise esperar a coger el avión del día después. Fueron kilómetros de hablar y hablar, de expresar sentimientos, de compartirlos. Le pregunté cómo era la Segunda División en la que entonces militaba. Trató de animarme.

Han pasado desde entonces tres años inolvidables y durísimos. El club ha pagado facturas que no merecía. Rencores, reuniones clandestinas, oscuros intereses, prepotencia, frentismo, todos se instalaron en la entidad hasta masacrarla. Muchos se fueron de rositas y a otros les echaron. Ha costado mucho esfuerzo volver al punto de partida. Por eso, en este beaterio quiero reconocer públicamente el mérito de cuantas personas han sido capaces de llegar hasta aquí, hacer posible y celebrar el retorno tras el perseguido y merecido ascenso.

Va por vosotros, los anónimos que seguís dentro de la casa. Y va también por los futbolistas perseverantes, que os habéis comido tantos marrones: Asier Riesgo, Jon Ansotegi, Dani Estrada, Mikel González, Mikel Aranburu, Mikel Labaka, Elustondo, Xabi Prieto, Rivas, Imanol Agirretxe, Claudio Bravo y Carlos Martínez que sentisteis en carne propia el amargo castigo del descenso y que ahora recogéis el premio a vuestro esfuerzo y sacrificio. ¡Ejemplares en la defensa de la camiseta que amáis!. Sabéis de sobra por qué lo digo.

Los actuales dirigentes, los técnicos, los futbolistas de antes y los que se han incorporado al proyecto en el camino merecen respeto y reconocimiento. Lo mismo que la actitud ejemplar de los aficionados. Logrado el objetivo, deseo que la lección haya sido aprendida. Otro error será imperdonable y probablemente no quedarán fuerzas, ni medios, para reponerlo.

 

 

Iñaki de Mujika