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Domingo de Piñata

Domingo de piñata. No tocaba, pero cogieron el bate y aporrearon el muñeco hasta que se rompió y cayeron los regalos. Algunos niños, listos, cogieron premio. Otros, bobalicones, se quedaron mirando mientras el resto se hacía con el botín.


Sólo así pueden entenderse los dos partidos dominicales de octavos de final del Mundial de Sudáfrica. Un uruguayo de apellido Larrionda, considerado por FIFA uno de los diez mejores árbitros del mundo, se comió un gol de monumento que Lampard marcó en portería alemana. Significaba empatar a dos, remontar la desventaja británica e iniciar de nuevo un partido muy desorientado.

Rosetti es un colegiado italiano con pedigree. Ayer lo perdió en una chapuza incalificable. Entre él y su linier apagaron el intento mejicano por evitar la victoria argentina. Los de Maradona se encontraron con un gol que abrió el camino de cuartos. Hoy no se habla de las excelencias del juego de los dos equipos clasificados, sino de los dos flagrantes errores que determinaron su pase a cuartos.

Vuelve a ponerse en tela de juicio la negativa de los rectores del fútbol a utilizar para estas dudas la tecnología que ya otros deportes han incorporado para mejor gestión del juego. Se ruega un poquito de cordura. El tenis, por ejemplo, disipa todas las dudas y tranquiliza a jugadores y espectadores y no desautoriza a los jueces, sino que les ayuda. Si ayer, se hubiera utilizado el recurso que estaba al alcance de todos, los partidos llegarían a su final viviendo en la normalidad.

Para que no faltara de nada, la Formula 1 también hace de las suyas, domingo va, domingo viene. Esta vez la culpa fue del safety car. No entiendo mucho, pero ¿por qué todos los incidentes afectan a Fernando Alonso?

Iñaki de Mujika