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Poco antes de que den las diez…(Logroño)

Celebro perderme por las calles de las ciudades en las que casi nadie te conoce. Pasear sin prisa, viendo escaparates, tomando un café, comprando…Logroño es una ciudad cómoda, con problemas (aparcamiento) como la mayoría y precio escandaloso de parking (también como la mayoría). No hacía demasiado calor, cosa que se agradece.


Las plazas de abastos reflejan con nitidez la vida de los pueblos, las costumbres, la forma de relacionarse entre quienes venden y adquieren. En los bajos del mercado de San Blas está la frutería más espectacular que conozco. ¡Te entra todo por los ojos!. La regenta un exjugador del Logroñés y Atco. de Madrid, Pedro González, un lateral izquierdo de raza. Media tienda está en la calle y la otra media se reparte en una superficie en la que no falta de nada. Así las cosas, cargadito de antojos, salí con las bolsas llenas. ¿Qué había en ellas?: Un melón elegido que pesaba como una calabaza, unas cerezas del Jerte (creo que las últimas de temporada), unos plátanos, espectaculares nectarinas, las primeras pochas, tomates, pimientos verdes, una cántara de aceite del trujal de Galilea después de la primera presión, unos boletus deshidratados y, para culminar, antojo de embarazada, unos fantásticos y hermosos dátiles que no comía desde navidades cuando en la plaza de Castellón llevé unos que llaman "del rey" que son insuperables.

Quería encontrarme con Sergio Rodríguez, jugador de la Real que dejó de serlo el 30 de junio pocos días después del ascenso a Primera. Es uno de esos deportistas que te encuentras en el camino y que merecen la pena. Profesional, serio, lleno de disciplina, sin hablar mal nunca de nadie. Nos fuimos a comer a donde quise. Ni una duda. No la tengo nunca. La visita es obligada al Buenos Aires (Calle República Argentina) que regentan José Mari Soroa y Pilar Royo. Cocina tradicional para quienes llenan todos los mediodías las mesas del pequeño comedor. Las croquetas son obligatorias. El choricico picantillo que abre boca pasa por ser gentileza de la casa. Como me apasiona la menestra…El anfitrión prefirió un pisto del que no quedó ni el nombre. Compartimos luego un cogote de merluza y coincidimos en el flan de postre. El tinto solo lo bebí yo. Sobremesa larga y encantadora, porque hablamos de mil cosas.

La prolongamos hasta las ocho de la tarde. Eligió Casablanca, un pub de la avenida de Portugal, decorado muy especialmente con grandes y llamativos sofás. Una clara para él y un gin tonic para mí, que es la bebida que prefiero cuando me encuentro muy a gusto con la compañía. Buena música y convivencia agradable. Nos fuimos después hasta el polideportivo de Lobete, allí donde empezaba la pretemporada el Naturhouse Rioja. Llegamos a tiempo para que se saludaran los jugadores. En una hora nos veíamos para cenar.

Sergio me enseñó su primer colegio, el instituto, el patio en el que jugaba, la casa de sus padres donde vivía, antes de llevarle a la suya, en una de esas urbanizaciones que rodean la capital. Le regalé un CD de recuerdo con uno de los goles que marcó en su singladura realista. Con el tiempo justo de marcharme al hotel para lavarme los piños y echarme un poco de colonia fresca dieron las nueve y media. Me recogía Marc Amargant camino del Gwendal, una terraza en Bretón de los Herreros en la que habíamos quedado todos. Llegaron Gurutz Aginagalde, Unai Arrieta, Roj Praznik, Alex Tioumentsev y su hermana Dasha que estaba de vacaciones y se atrevió a venir con todos, sola ante el peligro.

Falló el Plan A, porque el Marinée, ubicado frente a la Colegiata, estaba lleno hasta la bandera. Pero quedaban el B y el C. La socorrida calle Laurel nos sacó del apuro y justo frente a Casa Ángel, allí donde se comen unos champiñones irrepetibles, entramos como posesos por el hambre. Pasadas las once, compartimos unos ibéricos, pimientos rellenos, hongos con foie y creo que un revuelto de algo. No estoy seguro. Luego, los segundos con prioridad de pescado (lomos de merluza, bacalao) sobre la carne (cordero, solomillo, chuletillas). Sorbetes de limón para todos, menos Gurutz que pidió tarta de queso. El tamaño de la ración levantó aplausos en la mesa, al tiempo que Roj sacaba fotos y vídeo del momento de euforia colectiva.

Al final de la calle del Club Deportivo abrió no hace muchos años "Museum", un sitio de copas que me priva. La ciudad está muerta y el sitio, lleno. Preparan los gin-tonics con hielos de colores y crema de limón hidrogenada. Te los bebes como si fueran agua mineral.!. Pareció que alguien pedía guerra, porque desfilaba demasiado y sin disimulo cerca de nuestra mesa. Gente joven y alta… No lo digo por mí, claro. Un escote, una historia, una carcajada incontinente…Nos reímos sin freno hasta que de repente alguien miró al reloj… No seas mal pensado que no llegamos a cantar aquella canción de Serrat que decía: "Poco antes de que den las diez…"

 

 

Iñaki de Mujika