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San Juan y Hondarribia sorprenden en La Concha

Los jueves previos a la Bandera de la Concha son algo así como un potro de la tortura. Veinticuatro embarcaciones se pelean por siete plazas. Las matemáticas y las previsiones no aciertan siempre. Incluso, los que no parten con opciones se aferran al mar, a los errores de los oponentes, a las sorpresas inesperadas. Las voces de los expertos vaticinan y circulan listas de clasificados. Cada uno, la suya. En las quinielas hay nombres que se repiten y otros que aparecen y desaparecen en virtud del alma, del corazón, de la intuición y de las posibles ganancias en las apuestas.

En esta ocasión, los fijos respondían a Urdaibai, Castro, Kaiku y Orio. Son cuadrillas expertas y veteranas que durante la competición de la Liga ACT demuestran su solvencia. Probablemente, San Juan era también de esta partida, pero conviene no olvidar que hace un año estaban en la categoría inferior y lejos de las vanguardias. Luego, venían, Pedreña, Astillero, Tirán, San Pedro, Hondarribia, en cualquier orden, más alguna sorpresa que quisiera complicar aún más las cosas.

El campo de regateo influye. Si sopla el viento y las olas son algo más que un espejismo, el panorama cambia. Los que quieren un totum revolutum se animan porque disfrutan en otra salsa. Quienes prefieren un plato sobre el que competir, añaden un punto más de dificultad a sus preocupaciones. Por aquí, surgieron como siempre las alegrías y los desencantos.

San Juan firmó dos largos de libro con un bogar espectacular y con una gestión de las olas implacable. En meta su tiempo fue el mejpr para sorpresa de muchos. Más tarde se situaron los habituales y esperados Orio, Urdaibai y Kaiku. Los muchos seguidores hondarribitarras descubrieron que los suyos estaban dispuestos a pelear y sus tiempos lo certificaban en cada medición. La Ama Guadalupekoa conseguía el quinto puesto. Astillero, muy pegado, el sexto, mientras que Pedreña ocupaba la última plaza con premio.

¿Dónde estaba Castro?. Nadie se lo explica todavía. Hace una semana ganaban la Bandera Flavióbriga en su casa y ante su gente. Cuatro días más tarde dejan atónitos y perplejos a sus seguidores. No me gusta hablar de ridículo, pero esta tripulación dispone de muchos más recursos que los mostrados en esta eliminatoria. También San Pedro sufrió en su barco una decepción. Llevaban buen camino, pero una inexplicable guiñada en el tramo final les dejó sin premio.

Así las cosas, San Juan y Hondarribia salen reforzadas. Los de Etxabe porque muestran sus mejores galas ante la primera jornada en la bahía. Los de Mikel Orbañanos, porque sabedores de que no disponían del mejor plantel, han creído mucho en sus posibilidades. Vivir en crisis, sin perder el norte y manteniendo el tipo en la competición, es un  valor que no debe caer en saco roto. Es plausible en todos los casos el esfuerzo de muchas personas que hacen posible este pequeño, o gran, milagro.

 

Iñaki de Mujika