Las cosas de palacio van despacio. Desde el primer encuentro de liga hasta el segundo, la Real ha debido esperar dos semanas largas. Y quien dice Real Sociedad, incorpora completo el elenco que le rodea, es decir, aficionados, seguidores fieles y periodistas. Sinceramente, casi ni me acordaba cómo fue el debut. Lo comentaba el sábado por la mañana cuando visité a Alfonso, el peluquero que me iguala patillas y recorta puntas. Su quiniela entonces se quedó en doce aciertos. Le falló el Madrid en Mallorca y la Real en Anoeta. Apostaba por la victoria del Villarreal y puso un "2". Quizás fui al estadio con la misma idea. Y no es que me sorprendieran los castellonenses, fue el equipo guipuzcoano el que mostró sus galones y ganó con merecimiento.
Por eso, el tiempo de espera ha sido afortunadamente muy poco dramático. Si no es por la lumbalgia de Llorente nos hubiéramos aburrido sobremanera. Por no haber, no ha habido ni estornudos. Los sobresaltos han venido por fuera: regatas de traineras, ciclistas en una vuelta, el curro del día a día, y las "txupiñas" que sonaron en la puerta de casa a las cinco de la mañana del 8 de septiembre, mientras en las calles mojadas y oscuras de Hondarribia sonaba una alborada. Tan fuera de carril me encontraba que hasta acepté una propuesta teatral. Actrices y actores representaban en el Victoria Eugenia una comedia hilarante, "Tres", con la que solté sonoras carcajadas. Disfruté muchísimo y me vino muy bien para el agotamiento mental que me invadía. Los intérpretes son de otra pasta. Se crecen en el escenario y, aunque puedan estar muertos por, muestran permanentemente su cara más profesional.
Con estas y otra ideas dando vueltas por mi cabeza, cogí ayer un tren en Madrid y vine a Almería. Recordé y tarareé aquella canción de Escobar, "Un inmenso coral es tu hermosa bahía, Almería…" Pensaba también en los técnicos. A Lillo le gusta hablar, innovar, entrenar y pensar en un método táctico personal con el que derrotar al oponente. ¡Pillarle por sorpresa!. A veces le sale. Le discuten. No le entienden. Pero sigue siendo él y sus circunstancias, como escribía Ortega. Mientras viva y su memoria no le traicione, no olvidará jamás el partido de Mendizorroza. El que pudo ser y no fue. Dos minutos antes del final ganaba el ascenso, al concluir la prolongación se quedó en Segunda. Su última temporada en las cocinas de Zubieta careció de glamour y la decisión de los que mandan fue poner fin a su ciclo.
A Martín Lasarte unos y otros le contaron una historia y le convencieron para responsabilizarse de un proyecto con un único objetivo. Empezó perdido como los pulpos en los garajes, pero le enseñaron pronto el camino y reaccionó. Fue inteligente y tesonero. Los futbolistas dejaron atrás sus querencias y encontraron en el camino a quien ahora les guiaba. Los vínculos se hicieron fuertes y todos juntos pasaron por debajo de la pancarta antes que nadie. Misión cumplida. Anoche se encontraban los dos técnicos por primera vez, en la misma categoría y sin cuentas pendientes. El uruguayo siempre dejó claro que nunca estuvo contaminado por el pasado y el tolosarra ejerció como anfitrión. Se saludaron cordialmente, se dieron la mano y, tras el protocolo, buscaron en sus banquillos el calor de los suyos.
Tamudo fue la esperada alternativa a la ausencia de Llorente. El catalán entrena bien, gusta y tiene el gatillo preparado. Es lo suyo. Los partidos se juegan. Se ganan, se pierden o se empatan. Es lo que hay. Por eso, con el resultado en la mano, lo habitual es hacer cábalas, cálculos e interpretaciones. Como el sábado llega el Madrid, ya verán como lo de anoche en los Juegos del Mediterráneo nos dura menos que una canción de Escobar. Para bien o para mal, el fútbol es así…como una hermosa bahía.
Apunte final: Hablando de bahías. El domingo me encontré en las regatas con una seguidora de la Real, impedida en silla de ruedas. Ha dejado de ir a Anoeta porque no le permiten utilizar el ascensor de acceso a su zona de localidad. Al parecer, por seguridad. ¿Hay alguien que pueda mirar esto por favor, Gracias.?