Me pregunto, si es verdad que ha trasgredido la ley, por qué un ciclista de 33 años debe recurrir a estas alturas de la vida a procesos artificiales para la mejora del rendimiento. Sevilla lleva tiempo conviviendo con situaciones complejas. Cuando corría en el T-Mobile le echaron del equipo por culpa de las alegaciones que le implicaban presuntamente en la Operación Puerto.
Sevilla no fue sancionado entonces por la justicia española al no ser el dopaje un delito en aquel momento, y tampoco recibió ninguna sanción deportiva al negarse el juez instructor del caso a facilitar a los organismos deportivos internacionales (UCI, AMA) la documentación y bolsas sanguíneas, a la sazón las pruebas que demostraran su implicación.
Ahora, defendiendo el maillot de Antioquia, aparece de nuevo en los titulares, no por su segundo puesto final en la Vuelta a Colombia, sino por estos procesos que restan credibilidad a los éxitos deportivos de quienes los consiguen.