Aritz Aduriz se encuentra en el mejor momento de su carrera deportiva. Defiende la camiseta del actual líder del campeonato, marca goles, disputa la Champions y acaba de recibir la llamada del seleccionador Vicente del Bosque. El delantero donostiarra vive un idilio con "lo mejor que le puede pasar a un futbolista".
Lo que son las cosas. Aduriz pertenecía al Antiguoko de los Arteta, Iraola, Alonso y compañía, algo así como el "enfant terrible" para la Real Sociedad, a la que entonces le faltó cintura y humildad para reconocer el trabajo de la citada entidad y capacidad para contratar a jugadores que apuntaban. Terminada su etapa juvenil, Aduriz recaló en el Aurrerá de Vitoria. Allí se encontró con Iñaki Bergara, el que fuera meta realista. Recuerdo una llamada suya, destacando las capacidades del ariete. Lo recomendó vivamente a la entidad, apostando claramente por su futuro. Pero, nada. El orgullo por bandera. Fue entonces cuando le realicé la primera y única entrevista que hemos compartido. Parco en palabras, no fue fácil el momento.
Al acabar la temporada y sin haber marcado un solo gol, le fichó el Athletic, más atento a lo primordial. Hizo camino y accedió a la primera plantilla. Por esas cuestiones que nunca se entienden y que pertenecen al guión de las interpretaciones, Aduriz tuvo que marcharse al Burgos y luego en Valladolid se consolidó como lo que es. El Athletic pagó tres millones por su traspaso y lo incorporó de nuevo con plenas garantías. Sus goles decidieron muchas cosas en momentos delicados.
Aduriz volvió a ser noticia cuando el Athletic decidió traspasarle al Mallorca por seis millones de euros, pendientes de cobrar en buena parte todavía. La decisión costó entenderse en muchos sectores, pero el jugador no miró hacia atrás, sino adelante. Con un buen entrenador como Manzano firmó dos espléndidas temporadas que le han valido para alcanzar aquello de lo que ahora goza. Otro traspaso a un gran club, un reconocimiento a todos sus esfuerzos y momentos felices para "El Zorro" como le llaman.