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San Claudio bendito, ora pro nobis

Al encuentro de anoche en Anoeta llegué con siete partidos a la espalda. Son los que ví a lo largo del fin de semana. Dos de Segunda "B" bastante tediosos, otros tantos de Segunda no mucho más allá y tres variopintos de Primera. El último me pareció espectacular. El Villarreal ofreció ante el Atlético de Madrid unas fases primorosas de buen juego, fútbol de ataque y remate. Mientras disfrutaba tirado en el sofá de casa, trataba de encontrar una respuesta creíble a la pregunta que daba vueltas en mi cabeza: ¿Cómo les pudimos ganar a estos?.

La única solución cierta y tangible es que les ganamos. Ese resultado, junto al triunfo sobre el Espanyol, levantó mi ánimo, alicaído tras los nada gratificantes encuentros del exterior. Con esa esperanza fui al estadio, sabedor también que cuando llega un colista, un equipo sin gol, un conjunto que parece fácil, la galleta muchas veces no te la quita nadie. Lotina se encargó durante toda la semana de alimentar esa imagen de tristura, de problemas y dificultades, como queriendo decir que su equipo era algo así como la hermana San Sulpicio con camiseta del Depor. ¡Matarile!.

También sentía curiosidad por conocer qué caminos iba a elegir Martín Lasarte. Tres partidos en seis días dan juego para dar y tomar. Rotaciones, cambio de sistema, un delantero, dos delanteros, pivotes, centrocampistas…vamos, de todo como en botibendica. Las lesiones de Sutil y Tamudo le condicionaban las opciones ofensivas. Llorente, en punta, Zurutuza, media punta y asunto terminado. Esa era la teoría más previsible. Y la práctica, porque la Real salió con lo esperado y, como pasado un cuarto de hora se puso por delante en el marcador, reforzó todas sus teorías. De la Bella centró espléndidamente y Llorente rubricó de cabeza. Luego, hasta el descanso, un poco o un mucho de sosería. Con la mínima ventaja, Riki remató un balón imparable, que Claudio Bravo detuvo de modo increíble salvando el botín. Cuando todo apuntaba a raro llegaron los tantos de Griezmann y Agirretxe. La Real en casa ofrece seguridad, con San Claudio, bendito bajo los palos. Ora pro nobis. Si no es el por el chileno a esta hora estamos hablando de otra cosa.

Nota: Pasado mañana llega la copa. Octavos de final, ida. Y todo el mundo se hace la pregunta. ¿La Real debe tirarla o apostar por llegar lo más arriba posible?. Los precedentes de los últimos años marcan pauta, aunque mucho me temo que si los dos optan a lo mismo, los partidos se conviertan en un "Pase misí, pase misá por la Puerta de Alcalá".

Iñaki de Mujika