Iñaki de MujikaLos aficionados del Inter de Milán, sus dirigentes, el mundo del fútbol, miran de cerca de la escuadra negriazul. En concreto a su entrenador Rafa Benítez al que las cosas no le van excesivamente bien. Los resultados mandan y el runrún del cese merodea al madrileño. Nada nuevo bajo el sol.
Rafa Benítez era un estudioso del fútbol. Busco en la ciencia, en los datos concretos, el mejor rendimiento de sus jugadores. Hizo pareja con Paco Ayestarán el preparador físico que le acompañó en los mejores momentos. Les juntó Javier Zubillaga en Pamplona, cuando en Osasuna comenzaron una aventura que el tiempo les llevó al triunfo.
Este llegó en Valencia, después del paso por el Extremadura o Tenerife. El equipo "ché" ganó una liga y una UEFA. Su cotización creció como la espuma y sus éxitos abrieron las fronteras. Liverpool fue el destino. Los "reds" llevaban tiempo alejados del éxito y dentro del fútbol inglés perdían protagonismo. El método nuevo y el fichaje de algunos jugadores como Xabi Alonso consiguieron un plantel competitivo y solidario con el proyecto de sus técnicos. Sólo así pueden entenderse la victoria en la final de la Champions 2005. El Milán ganaba con autoridad, pero la copa viajó a las islas con una remontada apoteósica que se resolvió a penaltis.
Los éxitos a veces no son bien digeridos. En el tiempo la relación Benítez-Ayestarán se agrietó hasta romperse de forma definitiva. El beasaindarra puso un punto y final a la colaboración entre ambos y el Liverpool perdió peldaños de la escalera. A partir de ahí nada fue igual. El equipo fue perdiendo poder deportivo y económico. Los cambios de propiedad, el hartazgo interno y el futuro poco claro llevaron a Benítez a elegir un cambio de aires. En junio de este año aceptó la propuesta del Inter.
Pasados unos meses, se tambalea. Su situación refuerza la tesis tradicional. A lo mejor llegar es más fácil que mantenerse, pero el prestigio alcanzado en el tiempo se pierde en un par de malos lances o, simplemente, perdiendo el norte personal.
