Llega el derby de Anoeta. La Real recibe al Athletic con el mismo número de puntos, diecinueve, en la tabla. Disputada trece jornadas, ambnos equipos han ganado seis, empatado uno y perdidos otros seis. Mientras los blanquiazules han marcado y encajado el mismo número de goles, los rojiblancos llevan dos más en el debe que en el haber. Por tanto, se constata igualdad, aunque es cierto que los vizcaínos han medido fuerzas con más equipos de arriba. Cuando tratas de encontrar un camino para hablar del primer partido del año, lo normal es caer en tópicos. Trato de romper con ellos.
Los dos equipos disponen de un Llorente cautivador. Jose Mari Amorrortu descubrió un día al riojano y se lo llevó para Lezama con el consentimiento de su entorno. Delantero centro, alto, rematador y con futuro. Eran demasiadas cosas buenas para perderlas o dejarlas que otros se las llevaran. Pasados los años, Fernando Llorente, soltero y guapo cotizado, es internacional y pieza básica e indiscutible en su equipo. Casi todo el juego de ataque le busca, bien desde las acciones a balón parado, centros latrerales, etc., como desde los golpeos largos de la defensa. El juego directo del equipo de Caparrós le necesita como agua el sediento. En las declaraciones previas al partido, F. Llorente estima que su equipo es favorito y cree que ganarán.
Joseba Llorente es el referente atacante del otro lado. No se parecen mucho en las formas. El hondarribitarra es parte del alma del equipo, duro en la brega, generoso en el esfuerzo y listo como los ratones colorados, tratará de encontrar un resquicio para sorprender a Iraizoz. Se dejará la piel. Su forma de ser contagia, siente los colores como el que más y disfruta jugando un partido. Tengo la sensación de que después de un encuentro exigente de noventa minutos, jugaría otro si sabe que allí encuentra la felicidad. Se suele decir que es un "animal de competición". Si la ansiedad no le puede, es determinante.
Llorente vs Llorente. Uno frente al otro, con el resto del elenco a sus espaldas. La cita en la noche dominical de Anoeta con las gradas a reventar y los corazones palpitando cada vez que un equipo se acerque a la portería rival. Han pasado tres años sin encontrarse, sin retarse, sin mirarse de frente, sin sentirse, necesitándose. Sólo así se explica el interés mediático y de los aficionados que no quieren perderse la disputa. Los partidos se disputan en tres frentes: el de los aficionados, el de los medios durante la semana y el que se juega sobre el césped que es realmente lo único que vale.
Si la Real es capaz de ganar a su rival alcanzará veintidós puntos en vísperas de afrontar un calendario trepidante (Barça, en el Camp Nou y Valencia, en Anoeta). Luego, las navidades y volver a empezar. Esa situación será casi idílica porque el objetivo de la salvación se verá mucho más cerca.